Tabárez procura evitar el “¡Ya ganamos!”
Escribe: Atilio Garrido / Fotografía: Fernando González (enviados especiales a Estambul)
Más allá de la actividad del fútbol doméstico, el primer partido ante Jordania para definir uno de los últimos cupos de los 32 finalistas de la Copa del Mundo de 2014, acapara la escena. Se roba la película. Así volvió a demostrarlo la afición asaltando las boleterías para agotar las entradas en dos días.
Al llegar a Estambul, escala previa de esta aventura que denomino “Operación Jordania”, vuelve a mi mente la comprobación de una nociva realidad muy uruguaya instalada en la mente de la gran mayoría de nuestros compatriotas. En la misma noche del triunfo ante Argentina y con la certeza de la definición de la plaza restante ante los árabes, comenzó el tañido de las campanas de la euforia. Se advierte en todos los ámbitos. El perjudicial “¡Ya ganamos!” es una realidad. Realidad tan cruel que catalogaron de burda apertura de paraguas, las muy atinadas reflexiones de Oscar Tabárez, realizadas en la conferencia de prensa en la misma noche de la victoria en el clásico rioplatense. Es loable que también los jugadores muestren en sus declaraciones -como lo han hecho en estas semanas- similar precaución alejadas de la liviandad del “¡Ya ganamos!”.
El gran tema de análisis es que, por más que los futbolistas expresen de la boca para afuera, ese sentimiento que traduce el mensaje de que aún no está “todo el pescado vendido”, lo importante es que lo pongan de manifiesto en la cancha. Desde el minuto uno. No están lejanos algunos ejemplos a los que quiero echar mano, vinculados con este caso. ¿Qué ocurrió cuando Nacional llegó a definir la clasificación de la Copa Sudamericana ante la Liga de Loja, después de lograr un valioso empate de visita? La enorme mayoría señaló en lo previo que los modestos ecuatorianos eran “pan comido”. ¿Qué ocurrió con el muy discreto Real Garcilazo, en la Copa Libertadores última donde los peruanos realizaban su debut en torneos internacionales.
¿Cómo fue el desarrollo de estos dos partidos, frescos en la memoria de todos? Por más que internamente los técnicos de turno trabajaron para combatir el “¡Ya ganamos!” en la mente de los jugadores, desde el comienzo la actitud en la cancha adoleció de la falta de concentración y agresividad necesarias para evitar que el discreto rival fuera creciendo con el paso de los minutos hasta convertir su arco en una guarida inexpugnable. La lucha de David contra Goliat se transformó, una vez más, en concreta realidad.
A nivel de selección se agrega lo ocurrido con la participación en los Juegos Olímpicos. Una ola de “¡Ya ganamos!” aflojó a la gran mayoría. Los celestes no lograron pasar la serie.
En consecuencia, una vez más los uruguayos están enfrentados a negativas experiencias ya vividas en el pasado cercano. Después, con lamentaciones, nada se consigue ante los hechos consumados.
Al referirse a los dos partidos decisivos ante Jordania, he escuchado muy atinadas declaraciones de algunos jugadores. Recuerdan que selecciones del porte de Japón y Australia, cayeron vencidas cuando jugaron en Ammán por las eliminatorias. Sin embargo, en un acto fallido según la definición de los sicoanalistas, Tabárez agregó inmediatamente después de recordar esos resultados que “luego fueron goleados cuando actuaron de visita”. Por este motivo resultó interesante que esta tarde, en Carrasco, al partir hacia Estambul, señalara que “el que piense que Jordania es Tahití, es problema suyo”. Eso demuestra una intención de trabajar mucho y bien en estos días previos, sobre la psiquis de los jugadores orientales.
Al margen de estos datos existe una realidad muy uruguaya imposible de desmentir. Cuando los equipos de nuestro país aparecen como favoritos antes de un encuentro, cuando llegan al compromiso “como banca”, la resolución favorable del partido se hace cuesta arriba. Y muchas veces no se ha conseguido el objetivo. Apelando a otro ejemplo clubista, en este caso para certificar la fortaleza que a veces adquiere el fútbol celeste cuando va “de punto”, está fresco en el recuerdo cercano el gran triunfo de Nacional ante Boca Jr., con gol de cabeza de Scotti en la ya citada última Copa Libertadores. ¿Alguien pensaba que aquel equipo de Nacional totalmente en crisis, con debut de director técnico escogido como “provisorio” para la ocasión, podía salir de la Bombonera con ese “batacazo”.
La historia tan manida del “Maracanazo” no puede obviarse. Por más que en ese caso, como lo demostré en el libro de mi autoría que actualmente es un éxito de venta en la Red Pagos y librerías de todo el país, los jugadores celestes estaban convencidos que Brasil no era más equipo que el uruguayo. Y que –por otra parte- el peso de la historia resultaba abrumador a favor del equipo celeste. En ese caso el pecado del “¡Ya ganamos!” fue Brasil quién lo pagó muy caro.
Confiamos unas vez más en la capacidad del técnico Tabárez, para imbuir a los jugadores que el valor de sus correctas declaraciones previas, tiene que trasladarse a la cancha. ¿De qué manera? Tomando las recientes experiencia de los contrastes de Nacional a nivel internacional. Es decir, conectar la mente con el corazón y los pies, para que la actitud de los futbolistas desde el primer minuto de juego de ambos partidos, demuestre que están “enchufados”. Abandonar la posible displicencia que surge de saberse más capacitado que el rival. Cosa que existe, que es real e innegable. Así lo reflejan las posiciones de ambos países en el ranking de la FIFA, aspecto al que también se refirió Tabárez. Pero en 90 minutos puede pasar cualquier cosa, más aún cuando como en este caso, los jordanos están siendo empujados y apoyados por su gobierno, ilusionándolos con el ingreso a la historia en caso de lograr la hazaña de llegar por primera vez a la Copa del Mundo.
Insisto en la plena confianza en los jugadores y en el cuerpo técnico, para que entre ambos, reflexionando sobre estos ejemplos cercanos, construyan el antídoto contra el “¡Ya ganamos!” que, lamentablemente, se instaló en la mente de buena parte del periodismo y, por ende, de la afición futbolística.