Christian Ferreyra el juez… ¡en el día de su cumpleaños!
El juego de las curiosidades. Eso que muchos marcan como destino. A Christian Ferreyra (con y griega) siempre le gustó el fútbol. Arrancó como jugador. De rebote encontró en su fuero íntimo el gusto por el arbitraje. Hizo el curso entre el 2002 y 2003. Se recibió. Fue escalando. Arrancó en el 2004 haciendo la escalera del ascenso de categorías. En el 2010 pasó a ser árbitro de primera. Ahora en el 2013 pasó a Internacional. Una historia de diez años.
Ahora le llegó el nombramiento de internacional y, por ende, es escudo FIFA hace muy poquito. El colegio de Arbitros lo designó como juez del clásico de este miércoles por la Copa Bimbo. Su primer clásico en primera división.
Pero el día del encuentro -miércoles 16- no es un día cualquiera, es muy especial para Christian Ferreyra. ¿Por qué? Lo cuenta el juez del clásico de la Copa Bimbo.
-Se da una casualidad linda. Cumplo 35 años mañana -miércoles-. Mirá que lindo regalo de cumpleaños me hicieron, dándome la posibilidad de dirigir el primer clásico. Va ser especial, como para no olvidarse nunca, aunque creo que este tipo de experiencia es imborrable en la memoria de cualquier persona.
-¿Clásicos de formativas?
-Sí… hice el primer clásico se que jugó en el interior del país. Fue en Florida, a nivel de Cuarta División. Habían surgido unos problemas y se decidió jugarlo afuera, fue en el 2008. En el 2010, cuando ya estaba en segunda categoría, me designaron para arbitrar un clásico de tercera. Fue en aquel partido que Líber Prudente hizo de juez en el Apertura.
-¿Cómo nace tu inclinación por el arbitraje?
-Jugué en baby y séptima en Progreso. Después hice sexta división y resto de juveniles en Fénix. Fue en la época que estuvo Julio Penino como técnico. Nos hacía entrenar con el plantel de primera. Me acuerdo que en uno de los entrenamientos estaba lesionado, sólo podía trotar. Había un amistoso con Danubio y Vladimir Naidenov me dijo si me animaba a hacer de juez, ya que solo podía correr. Me puse arbitrar y mis compañeros, cuando terminó el partido, me dijeron que lo había hecho bien, incluso por los gestos, que parecía un árbitro de verdad. Después, algo más adelante, pasó algo similar. Un día dije, si no sigo jugando, hago el curso. Y así fue, lo hice, me sentí cómodo. Yo lo que quería era seguir en el fútbol. No me siento un jugador frustrado, pero la vida me puso en el camino del arbitraje. Por algo fue. Cuando entré a la escuela me di cuenta que no sabía nada de las reglas del fútbol.
-¿Y cómo cayó la designación?
-Una alegría enorme. Es algo que se vive desde el momento de la designación. Y, obviamente, desde que llegué al trabajo las conversaciones son diferentes. La alegría de la familia, de los amigos, que te hacen sentir su satisfacción. Son todas cosas que te hacen vivir el clásico desde antes. En la cabeza de uno van apareciendo cosas que permiten ir imaginando algunas situaciones. Pero tranquilo. Uno tiene que prepararse mentalmente. Va planificando la previa. La llegada al estadio. Coordinando con los compañeros para llegar todos juntos, dialogar para estar atentos a todos los puntos importantes. Sin dudas que para todos es un partido especial.
-Se hacen consultas con algún colega referente?
-Siempre se tiene compañeros que cuentan con mucha experiencia y uno se va apoyando en ellos. Está bueno hacerles consultas, escuchar a los tiene más años en el arbitraje. Por suerte, gracias a Dios, esos amigos que están en el arbitraje nos están dando consejos, volcando lo que es su experiencia. En esto todo suma.
-Sin dudas va a ser un cumpleaños muy especial.
-Mejor regalo imposible. Arrancar el año arbitrando un partido como este y con el escudo de la FIFA, es un orgullo. Pero siempre con los pies sobre la tierra. Contento, pero sabiendo que hay que hacer las cosas bien.