“Cacho” Blanco proyectó un ejemplo a imitar
Nacional dispuso de siete situaciones de gol y convirtió cuatro. Toluca sólo generó una, a los 80 minutos en una entrada de derecha a izquierda en diagonal con remate que salió desviado. Nacional vivió una gran noche de fiesta -como hacía tiempo no conseguía en Montevideo-, con un trabajo perfecto, sin errores y que tuvo, además, el aditamento de la exhibición de la bandera más grande del mundo, demostrando que la tercera es la vencida. Después de las experiencias negativas de Peñarol en Montevideo y Millonarios en Bogotá, Nacional se dio el gustazo de generar el enorme movimento emocional de concretar ese emprendimiento y sellarlo con una gran actuación, un triunfazo, cuatro goles y la clasificación para los octavos de final de la Libertadores.
Toda esa gigantesca fiesta tiene nombre, apellido y apodo. El de Juan Carlos “Cacho” Blanco. Con su forma de ser y su bohonomía, que no ha cambiado desde los tiempos en que vestía de corto. En esta etapa que finalizó anoche brindó un magnífico ejemplo de adhesión a Nacional y, principalmente, una demostración cabal de cómo tiene que actuar y comportarse un director técnico.
NUTRIÉNDOSE EN EL PASADO
Integrante de la trilogía de jugadores que Dante Iocco llamó “los leales del 71” (Espárrago, Blanco y Morales), fue uno de los pilares de aquel Nacional de 1980 que se consagró Campeón Uruguayo, de América y del Mundo, cuyo plantel se encontraba dividido e inmerso en graves problemas de convivencia. ¡Cómo ocurre siempre en el fútbol! Porque es imposible que todos los integrantes de un grupo humano estén satisfechos y contentos cuando son apenas once los que ingresan a la cancha. ¡Y todos los jugadores siempre quieren jugar!
Este doloreño próximo a cumplir 67 años, de buena madera e inteligente, recogió en su largo pasaje por las canchas, las enseñazas de grandes entrenadores del pasado y extrajo conclusiones de sus propias viviencias.
En el mundo futbolísitico como el de hoy, donde el director técnico es la estrella del equipo y el dueño del club, que hace y deshace a su antojo y paladar sin informar ni comunicar sus ideas a los dirigentes, “Cacho” se atrevió a aportarle al fútbol uruguayo -y ojalá cunda el ejemplo-, el aire fresco de un “agiornado” retorno al pasado. A aquel tiempo cuando el director técnico era uno más dentro del plantel, que conversaba con los dirigentes y los jugadores, que observaba reacciones y que, recién luego, adoptada decisiones que surgían de lo que él pensaba, pero también del aporte de los demás integrantes de los diferentes estamentos del fútbol. Hoy, en el fútbol del mundo, se ha hecho realidad el absurdo de que, en un deporte que es colectivo, las decisiones las adopta unilateralmente una persona (el director técnico), encerrado en la soledad de la torre de cristal que se auto-construye.
“Cacho” Blanco debutó en Nacional el 26 de marzo de 1966, con 19 años, en un amistoso ante La Luz en el Parque Rivero, la canchita de Aires Puros contra el Cno. Propios, donde una vez La Luz se jugó la chance de llegar a Primer División perdiendo el partido ante River Plate. Polifuncional en la defensa, Julio Maceiras lo hizo debutar de back derecho. Desde entonces adquirió la experiencia que en la parte técnica le aportaron el chileno Fernando Riera, Roberto Scarone, el brasileño Zezé Moreira, Enrique Fernández y el “Pulpa” Etchamendy, hasta que “Cacho” se fue al Zaragoza de España.
Conocí a todos esos entrenadores. Estaban cortados por la misma tijera del diálogo confidente con el jugador; del permanente contacto con los dirigentes en las famosas “Comisiones de Team”; del mano a mano con el jugador en largas charlas -especialmente con los líderes o “referentes”, que siempre existieron-; en la charla franca con el Presidente.
UNA ANECDOTA IMPEDIBLE
Estoy seguro que a “Cacho” lo marcó a fuego una actitud de aquel fenomenal Washington Etchamendi. El “Pulpa” era un bohemio cuya personalidad la construyó en la Universidad de la calle. Las sabía todas… Después de tantas portergaciones Nacional llegó a la final de la Copa Libertadores de América en 1971. Llevaba en la mochila la frutracción de las derrotas ante Independiente (1964) y Racing (1967). En la primera final en La Plata, ante Estudiantes, el “Pulpa” se jugó al empate. Armó el esquema para la igualdad para definir en Montevideo. Yo estaba presente allí integrando el equipo de Radio Sarandi que lideraba Carlos Solé. El “Pulpa” le habló individualmente a cada jugador de la defensa. Les solicitó que mantuvieran atención permanente, que no se distrajeran un segundo, que no podía cometer un solo error…
El partido transcurría dentro de lo previsto. La defensa de Nacional dominaba. De pronto, a los 61 minutos, el puntero derecho Verde encaró a Juan Martín Mujica, el lateral izquierdo que tenía que controlar al wing. Cometió un error, Verde se escapó, tiró el centro y… ¡gol de Romeo!
-“Los errores se pagan. ¡No puede ser! Te dije que no podíamos equivocarnos”, le gritó el “Pulpa” a Juan una vez terminado el partido.
En la revancha en Montevideo Mujica pagó el error. Entró “Cacho” Blanco por Juan. Ganó Nacional con gol de Masnik. Fueron al tercer y decisivo partido en Lima en fecha histórica -9 de junio, el día de la final en Colombes-, y “Cacho” Blanco fue mantenido por el “Pulpa” como titular. Mujica con gran bronca tuvo que bancar la situación. Nacional ganaba 2:0. La anhelada Copa Libertadores ya era suya. ¡El sueño largamente acariciado, al fin cumplido!
En ese momento el “Pulpa” llamó a Mujica. Con cara de banco Juan se acercó:
-“Andá, entrá, disfrutá del título en la cancha que te lo merecés. ¡Pero no te equivoques más! Ah… ¡Entrá por Maneiro porque “Cacho” cumplió!
EL MERITO DE “CACHO” BLANCO VERSIÓN 2013
Tuvo varios y la dirigencia tendrá que reconocerlos. Primero, aceptó el desafió con sentido común. Lejos de los técnicos de hoy que cuando los van a buscar piden contrato por la temporada para asegurarse el “puchero” o las tres meses de despido si las cosas no salen. Segundo, fue soldado de la causa. El Presidente Ache le habló con claridad y “Cacho” respondió de la misma manera. ¡Y a la cancha! Pero la cancha era nada menos que “La Bombonera”. ¿Y que hizo “Cacho”? Habló, conversó con la gente que él entiende que sabe. Hablo con Bueno su compañero de fórmula en la patriada. Habló con el Presidente Ache. Habló con sus amigos, entre ellos otra persona que sabe muchísimo de fútbol y que es un desperdicio que Nacional no utilice en funciones de organización.
Y de esa lluvia de opiniones “Cacho” procesó estrategias de fútbol que tuvieron el enorme y gran mérito del realismo. Realismo enraizado en la historia del fútbol uruguayo. Y en La Bombonera armó un esquema perfecto. El apropiado. Mentalizó a los jugadores y puso la chapa. En la revancha mantuvo el esquema, a pesar de las críticas. Era lo lógico. Hasta el penal que erró Iván Alonso el sistema funcionó. Si Iván hubiera convertido, se acababa el partido y Nacional ya entonces clasificaba.
Después, a nivel local, fue manejando el plantel -siempre hablando con la gente en la que confía-, probando, observando. Y rápidamente llegó a conclusiones que imponían decisiones duras. ¡Y las tomó convencido! Y los resultados ante Danubio y Toluca, catapultaron a “Cacho” como el gran triunfador.
LOS QUE SABEN Y NO SABEN DE FÚTBOL
Realmente curioso resultó la reacción de gran parte del periodismo cuando “Cacho”, sin ningún misterio y con total fraqueza, anunció el equipo titular para enfrentar al Toluca con tres días anticipación. Eso y la “borratina” de varios aparentemente intocables. Llovieron las críticas. Tiene que ganar, ¡cómo va a poner cuatro volantes de marca! ¿Quién va a armar el fútbol, quién va a jugar? Y ante todos los microfónos y sin misterio, “Cacho” desnudó su pensamiento -al que llegó conversando con su gente-, dejando atónitos a los periodistas.
-“Hay que ganar la mitad de la cancha, sacarle la pelota al Toluca, no dejar jugar a Sinha”.
-¿Y cómo va a hacer para ganar con tan solo dos delanteros?, le preguntaron todos los que escuché por las radios.
-“Bueno, vamos a conseguir la pelota y si se la robamos a los mexicanos, ahí tenemos al pibe Dorrego que juega bien, van a subir los laterales, Alonso va a tener espacios y los volantes van a tener que ir arriba”.
No faltó -y esto lo esuché, nadie me lo contó-, un narrador que cuando criticaba el equipo que “Cacho” definió, afirmaba: “y si por esas casualidades se pone Nacional 1 a 0, entran Scotti y el Colorado Romero por Iván Alonso y Bueno…” ¡Y sus compañeros le festejaban la ocurrencia, asistiéndola! Cuando Nacional se puso 2:0, cuando advirtió que tenía el partido ganado, para agregar más fiesta a la fiesta y potenciar a los referentes -porque “Cacho” supo ser joven y luego “referente”-, metió al “Chino” Recoba y Alexis Medina -símbolos e ídolos de Nacional-, para que ellos también participaran de la fiesta, para que disfrutaran. Eso sí, por las dudas -como corresponde-, sacó a Dorrego y mandó al “Colorado” Romero para que corriera y marcara en la mitad de la cancha. Porque en el fútbol, casi siempre, sale Campeón el equipo que tiene menos goles en contra. ¡Y sí no lo creen observan como va Uruguay con la delantera más goleadora de la eliminatorias y… la que tiene más goles en contra!
LA GRAN LECCIÓN EN LA CANCHA
Nacional redondeó una actuación lindera con lo perfecto, que tiene que servir de lección a mucha gente. Hoy más que nunca el fútbol no es una ciencia exacta. Está sujeta a infinidad de causas que generan consecuencias. La virtud del director técnico -como “Cacho”-, consiste en sacar jugo y partido a su propia experiencia como jugador. La promoción de botijas (Pietro y Dorrego), la pasada de plumero a Juan Manuel Díaz para que volviera a su nivel, el rendimiento del “Hueso” Romero y Damonte, resultaron aciertos del entrenador que habló con los jugadores.
Cuentan que hubo una larga charla con Díaz, mano a mano, donde “Cacho” le dijo: ¿qué te pasa? ¿Dónde está aquel gran jugador que peleaba la titularidad en la selección? Yo quiero a ese, vos no te podés olvidar de jugar. Decime que te pasa y lo arreglamos…
Y finalmente, la gran lección que proyectó lo que logró “Cacho” está destinada a muichos de los periodistas jovenes. Yo como ellos también tuve 20, 30, 35 años… ¡Era la época en que en Uruguay, los jovenes entre los que me cuento, proclamábamos que había que jugar como Holanda, la vedette del momento. Recuerdo que en 1978, cuando la AUF nombró a Hugo Bagnulo para dirigir a la selección, escibí una opinión en “El Diario” cuyo título era claro y duro: “Volvemos al pasado”. Y fustigaba la decisión por elegir a un entrenador que nada tenía que ver con las modas en boga de Holanda y su fútbol total. Uruguay eliminado del mundial enfrentó a Argentina con todas sus estrellas en Montevideo. ¡Y le ganó 2 a 0! En los vestuarios el siempre querido y recordado “Hugo” me agarró de un brazo y me llevó debajo de las duchas vacías. Me demostró mi ignorancia y me quería pelear. ¡Tenía razón el “Hugo”! Cómo siempre me decía Dalton Rosas Riolfo. “A los 20 años todos somos incendiarios. A los 40 somos bomberos…”
En síntesis, “Cacho” hizo realidad una vez más lo que el Prof. De León proclamaba como el motivo de vida del fútbol uruguayo: “con menos ser más”. La vida me enseñó que ellos tenía razón. Que como afirmaba Dante Panzeri, “el fútbol es el arte del imprevisto” y por ese motivo, cada vez más, las sorpresas están en el orden del día permanentemente.
Ojalá, este ejemplo de “Cacho”, este sacudón que le pegó a Nacional y al fútbol uruguayo anímandose a meter mano pesada en el equipo al que insufló un soplo positivo y renovador con la inclusión de jóven, que entusiasmó a la multitud, tenga imitadores…