Uruguay protagonizó hoy otra decepcionante actuación. Nuevamente cayó goleado. Bolivia, sin ser nada del otro mundo, lo superó abiertamente y le endosó la cuarta derrota consecutiva en las presentes eliminatorias. En la altura, los celestes dieron otro paso atrás. Apenas 16 puntos conquistados de 42 posibles: pocos, poquísimos… Para colmo de males, descendió a la séptima posición, fuera de zona de clasificación directa e, incluso, de repechaje. ¿Catar? Hoy está muy lejos.  

Los horrores defensivos se pagaron con goles en contra en la primera mitad. Blooper de Muslera, el primero de ellos: se le escapó la pelota de las manos tras un envío aéreo sin trascendencia de Arce. Gruesa falla técnica de Vecino, luego, enviando insólitamente el balón al córner sin marcas a la vista y, como si fuera poco, en el consiguiente centro el capitán Godín perdió la marca y solamente atinó a observar el cabezazo de Martins. Así se torna imposible. Porque, bien vale decirlo, el trámite fue chato, más que mediocre, con el equipo uruguayo exhibiendo rendimientos bajísimos y resultando completamente nulo en ataque. El local no fue superior en lo futbolístico: simplemente aprovechó los errores de los celestes para sacar ventaja, y nada menos que de dos tantos. 

Hubo una mejoría en ataque, pero siguieron los regalos defensivos en el complemento. El equipo mostró otra actitud, adelantó líneas y se posicionó en campo contrario. Si bien careció de profundidad, sobraron ganas e ímpetu para, por lo menos, inquietar con remates de media distancia. Por el contrario, en defensa se repitieron horrores, porque literalmente no pararon a nadie. Arce, otra vez ganado de cabeza, sin marcas a la vista, convirtió el tercer gol. Menos mal que minutos antes Marcelo Martins había mandado un tiro penal directamente a las nubes.  

Uruguay recibió otro duro cachetazo. Y el panorama mundial se torna cada vez más negro.