Apuesta comprobada
Leonardo Fernández seguirá siendo futbolista de Peñarol, que desembolsó 7 millones de dólares por el 80% de su pase. Un esfuerzo histórico para el fútbol uruguayo. ¿Inversión o gasto?
Muchos de los altos directivos de los equipos de fútbol más poderosos y prestigiosos del mundo estiman que, cuando un futbolista ya está comprobado, hay que invertir en dicho jugador. Como estrategia deportiva y económica para el club.
Porque no es lo mismo invertir que gastar. Gastar, es sinónimo de pérdida. Sin embargo, invertir, es sinónimo de especular un futuro prometedor sobre dicha inversión. Es sinónimo de augurar una retribución superior a lo invertido.
Sin dudas, esto último, es lo que Peñarol anhela con Leonardo Fernández de cara a futuro luego de dar el golpe sobre la mesa en el mercado de pases, desembolsando la cifra de 7 millones de dólares por el 80% del pase por el futbolista. Una operación histórica para el fútbol uruguayo. No existe antecedente de un esfuerzo económico de esta magnitud de un club local por un jugador de fútbol.
Ante semejante apuesta, obviamente, la polémica se abre de forma natural y queda expuesta para recibir cualquier tipo de opinión. Positiva o negativa. Las diferentes reflexiones de sus hinchas, o de allegados al fútbol, pueden ir desde haber sido un “gasto innecesario”, “excesivo”, “sobrevalorado” o simplemente “una locura”. O de lo contrario, y en menor medida, catalogarlo de una “inversión brillante” o “estrategia magistral” por parte de la directiva mirasol. En definitiva, la perspectiva sobre este negocio tiene variables y diversos veredictos.
Sin embargo, vayamos a los contextos de fondo para explicar por qué Peñarol arriesgó una suma frondosa por este jugador, quien ya demostró estar más que comprobado en el club. Bastante más.
Porque Fernández no solo asumió su rol deportivo de una forma notoria siendo estandarte y abanderado en la temporada pasada, transformándose en el creador de fútbol de su equipo. Sino que muchas veces se vistió de “salvador” anotando goles impresionantes, y también agónicos. Leo, fue la gran figura de Peñarol. La estrella absoluta. El diferencial.
Entonces, ¿Cuáles serían esos argumentos de fondo que justificarían este negocio de la institución aurinegra?
En la temporada 2024, Peñarol terminó confirmando una campaña formidable en la que logró el Apertura, fue campeón del Clausura y se quedó con la tabla Anual sumando un récord de puntos (93). Esto, lo llevó a conseguir su objetivo principal de ser campeón uruguayo sin finales.
Por si fuera poco, a nivel internacional, alcanzó las semifinales de la Copa Libertadores en una edición que quedó marcada en la memoria de sus hinchas por toda la ilusión y expectativa que se generó. ¿Saben cuánto dinero generó Peñarol en la temporada 2024 sólo en premios económicos? Más de 10 millones de dólares. Esto, sin contar los montos que embolsó por entradas vendidas en cada partido como local.
Claro, al mismo tiempo, muchos de ustedes afirmarán: “Todo lo que ganó el club en un año, lo gastó en un jugador”. Sin embargo, el escenario para esta exuberante apuesta es mucho más amplio y tiene una mirada estratégica a futuro. Una mirada con ambiciones institucionales.
Cuando un equipo como Peñarol logra plasmar una temporada como la que alcanzó en 2024, a nivel local e internacional, no sólo obtiene los más de 10 millones de dólares en premios. Sino que adquiere grandeza y prestigio deportivo a nivel continental. El club se revaloriza en todo sentido y ello lleva a ser destacado y valorado con créditos más altos a nivel mundial. La imagen cambia y la mirada desde afuera se vuelve cada vez más interesante.
El hecho de volver a figurar en lo más alto del plano continental a nivel de clubes, similar a otras épocas, le da a Peñarol una reputación internacional que luego se termina reflejando cuando los portales, diarios y canales de televisión más importantes del mundo enaltecen y se colman en elogios para un equipo con menos recursos de infraestructura, que logra competir de igual a igual contra los más poderosos.
La apuesta de Fernández por 7 millones de dólares es un desenlace que augura recompensa a futuro en todo sentido. Porque si Peñarol logra mantener su status internacional, al menos, durante un tiempo, el club irá creciendo en todos sus ámbitos.
Seguirá generando dinero en premios deportivos. Seguirá revalorizándose como club. Seguirá siendo una vidriera de calidad para el mercado más potente del extranjero. Seguirá siendo un ejemplo para los más chicos cuando éstos recién se emerjan en su carrera deportiva, como una forma indirecta de convocar a los mejores productos genuinos del país. O también, una forma indirecta de agasajar a jugadores de trayectoria nacional y mundial a que elijan a Peñarol sobre otros equipos. Seguirá sumando socios e hinchas. Seguirá ampliando su margen en el marketing, comercializando cada vez más indumentarias oficiales. En definitiva, seguirá creciendo como institución y profesionalizándose cada vez más.
No se trata de ser campeón de la Copa Libertadores como único objetivo para poder alcanzar estos privilegios institucionales. Pero lo que sí precisa Peñarol es ser competidor, año tras año, para mantener un status de esta magnitud a nivel continental.
Para ir superándose como club, Peñarol requiere de un plantel competitivo, de jerarquía, para que todos estos propósitos -mencionados anteriormente- no pasen desapercibidos y que una buena temporada –como la que hizo en 2024- no quede solamente en el mejor recuerdo de sus hinchas, o en una ilusión aislada cada una década o 20 años. Sino que sea una costumbre.
La fuerte apuesta con Leo Fernández va de la mano de contextos institucionales que tienen sentido. De aspiraciones a futuro como club. De superación deportiva, económica y estructural. Peñarol, apuesta a un futbolista ya comprobado.
Peñarol, apuesta a seguir creciendo como club.