Peñarol, tres puntos de sosiego y una semana de paz. Superó merecidamente a Wanderers, demostrando un cambio de actitud sumamente positivo.

Del penal convertido por Pablo Ceppelini, directo al desahogo. Fue penal, el sancionado por Esteban Ostojich, en perjuicio de Agustín Álvarez Martínez. Pero, previamente a la infracción de Emiliano García, el delantero se encontraba en posición adelantada que no fue advertida por el primer asistente Horacio Ferreiro. Vale subrayarlo.

No fue una buena primera parte la del aurinegro. Se mostró impreciso, apurado por demás e irresoluto en ataque. No logró profundizar por banda y se diluyó por completo en los últimos tres cuartos de cancha. El cero era enorme y el murmullo de disconformidad comenzaba a bajar desde las tribunas, mayor aún tras el primer tiro penal que le contuvo Mauro Silveira a Pablo Ceppelini. Pero en el último minuto de descuento llegó el segundo tiro penal que cambió por gol el propio Pablo Ceppelini, para el grito cargado de alivio de los jugadores e hinchas carboneros.

El equipo de Larriera supo mantener la ventaja en el tanteador en el complemento. Ordenado y firme en defensa, desbarató los tibios embates del bohemio, que manejó el balón, pero sin profundidad. El aurinegro volvió a carecer de juego colectivo, insinuó más de lo que concretó en ataque, sin inquietar mayormente al arquero contrario Mauro Silveira.

Lo importante y destacable para este presente de Peñarol, es que ganó y sumó tres puntos que lo mantienen en la pelea por el Apertura.