Peñarol, dejó por el camino dos puntos. Su pecado, la falta de definición.  MC Torque, su sombra negra, le arrancó un empate en su propia casa.

De “punta” también vale. Matías Arezo, definición ajustada contra el vertical derecho y explosión de alegría. En la primera mitad, el aurinegro no repitió en lo futbolístico, ya que la posesión de la pelota le correspondió a los celestes, que la manejaron prolijamente es cierto, pero sin profundidad. Fue más lindo que efectivo su juego.

La visita, cambió el chip en el complemento y rápidamente igualó el tanteador con el gol del argentino Palacios. El local, no sintió el impacto, por el contrario creció en lo anímico y decididamente se plantó en campo contrario. Y volvió a ponerse en ventaja, con el tanto de Nicolás Rossi, capturando el rebote del penal que Gastón Guruceaga le atajó a Matías Arezo. Todo a pedir de boca. Pero se equivocó en el puntillazo final. Sin puntería, desperdició una y otra chance de peligro que generó para alargar la diferencia, principalmente por errores propios en la definición. Y vale decirlo, también por las muy buenas intervenciones de Gastón Guruceaga.

Bien lo dice el refrán, goles errados son goles en contra. Y cuando nada lo hacía suponer, apareció Sebastián Ribas con un medido cabezazo para marcar el gol de la igualdad definitiva.

Peñarol y un empate con gusto a nada.