Alberto Spencer el mejor jugador en la historia del fútbol ecuatoriano (2)
Habla la Historia.
Escribe Atilio Garrido
En la corta visita realizada meses atrás a Guayaquil, participando en el excelente encuentro organizado por el Panathlon local, quiso el destino que el camino de nuestras vidas se encontrara nuevamente con Ricardo Vasconcellos, una de las plumas más elevadas de su país, apasionado por la historia futbolística y también de la social y humana de la tierra donde nació. Batiendo prosa sobre diversos aspectos, comentó su extrañeza, pena y desazón, por la polémica establecida en Ecuador, empujada por jóvenes periodistas que consideran que Enner Valencia es el mejor jugador ecuatoriano de todos los tiempos. No paré de reír al tomar contacto con tan absurda afirmación que no tiene sustento. La comparación de las dos trayectorias, deja más chiquito que una moneda aplastada por aquellos viejos tranvías que circulaban por Guayaquil y que llegué a conocer.
Aunque algunos puedan objetar la comparación que origina mi contundente afirmación, la misma no favorece a Spencer. En aquel tiempo las transferencias de jugador de América del Sur a Europa, quedaba circunscripta sólo a Uruguay y Argentina, donde se practicó, desde 1910 hasta 1954, el mejor fútbol del mundo. Así fue como desde Julio Libonatti que emigró en 1925 al Torino hasta Juan Alberto Schiaffino al Milan en 1954, fueron cientos los futbolistas rioplatenses emigrantes. Ninguno de Brasil, porque en esos tiempos tenía un fútbol de escaso relieve. Desde 1958, Pelé mediante, la historia de las transferencias comenzará a cambiar, aunque durante muchos años las restricciones impuestas por Italia y España, cerró durante varias décadas la venta de futbolistas rioplatenses al viejo mundo.
A esos jóvenes periodistas ecuatorianos voy a permitirme contarles una anécdota que los va a conducir a reflexionar.
Diego Lucero, seudónimo de Luis Alfredo Sciutto, jugador de fútbol del CA Suárez y luego de Nacional y la selección uruguaya en mi país, fue después un periodista excepcional, con triunfo rotundo en Argentina. Fundador del diario Clarín en 1945 junto con el Dr. Roberto Noble. Gran amigo de mi padre en mi juventud mantuve largas charlas con Diego. Como los jóvenes ecuatorianos de hoy, empujado por los fuegos de muchacho, discutía con Diego afirmando, por mi parte que un jugador de ese tiempo era el mejor de la historia del fútbol uruguayo. Me dejó hablar, me dejó argumentar, me dejó entusiasmarte con mi verdad… Cuando hice silencio, desde los setenta años de Diego, me dejó helado su afirmación…
“¿Vos crees que el fútbol nació contigo?
En la primera nota “colgada” anteriormente, relaté la historia poco conocida del viaje, en solitario de Alberto Spencer, el conquistador ecuatoriano, desde Guayaquil a Montevideo.
En la nota de hoy, para demostrar la fantochada de esa afirmación de los jóvenes periodistas ecuatorianos, transcribiré un trabajo de investigación excepcional realizado por Ricardo Vasconcellos, reflejando con hechos y números la trayectoria del gran e inigualado Alberto Spencer.
Nuestro compatriota llegó a ser campeón uruguayo de los años 1959, 1960, 1961, 1962, 1964,1965, 1967 y 1968.
Fue el máximo goleador uruguayo en 1961 (18 goles), 1962 (17goles), 1967 (11 goles) y 1968 (8 goles).
Fue campeón de la Copa Libertadores de América en 1960, 1961 y 1966.
Es el máximo goleador de la Copa Libertadores de América con 54 goles, 48 para Peñarol y 6 para el Barcelona de Guayaquil.
Logró con Peñarol la Copa Intercontinental (Copa Mundial de Clubes) dos veces: 1961 y 1966, y es el segundo goleador de esta Copa con 6 goles, superado sólo por Pelé que hizo 7.
Fue con Peñarol campeón de la Supercopa Sudamericana 1969.
Entre 1960 y 1971, en su período con la divisa peñarolense, marcó para este equipo 343 goles en partidos oficiales.
Retornó a Ecuador en 1971 llamado por Galo Roggiero Rolando, en ese entonces presidente del Barcelona S.C., con el que jugó 38 partidos oficiales y marcó 18 goles.
En la Copa Libertadores de 1971 y 1972 anotó 6 tantos.
La revista Estadio, en el tiempo en que era dirigida por el gran periodista guayaquileño Guillermo Valencia León, le adjudicó 101 goles en su paso por el Everest, incluyendo, probablemente, los goles en partidos nacionales e internacionales no oficiales y los marcados con otros equipos del país en los que actuó como refuerzo.
Jugó con la selección de Ecuador el Campeonato Sudamericano Extraordinario de 1959 en Guayaquil, las eliminatorias mundialistas de 1960 y 1965 y la Copa Independencia de Brasil (Mundialito) en 1972.
Su enorme clase le permitió el honor de ser llamado a vestir la camiseta celeste de la selección de Uruguay en partidos amistosos ante Inglaterra, Checoeslovaquia, Austria, Unión Soviética y la selección de Perú en dos ocasiones.
El 6 de mayo de 1964 marcó el gol ante Inglaterra en el mítico estadio de Wembley, marcado a Gordon Banks, que fue hasta 1990 el único gol uruguayo en ese escenario. La selección que estaba de gira por África y Europa no era la mejor expresión del potencial del fútbol uruguayo. Nacional y Peñarol realizaban una excursión por Europa y debió armarse un combinado con jugadores de los equipos que quedaban en casa.
El libro “100 Años de Historia del Fútbol Uruguayo”; narra así el histórico partido: “(…) Era la primera vez que el fútbol uruguayo pisaba la sagrada gramilla de la Catedral del fútbol. Inglaterra puso en la cancha todo su potencial con la base el equipo que ya se preparaba para el mundial que se jugaría en su casa dos años después. Allí estaba el golero Banks, los zagueros Cohen, Wilson y Bobby Moore, además de las legendarias estrellas Jimmy Greaves y Bobby Charlton. Ante ellos ¿podría hacer algo un equipo celeste tan disminuido a quien se agregó el ecuatoriano Alberto Spencer que, al culminar la gira de Peñarol, viajó el 3 de mayo a Londres? Uruguay formó con Taibo (Wanderers); William Martínez (Rampla Jrs.) y Nelson Díaz (Wanderers); Cincunegui (Danubio), Ica (Cerro) y Pavoni (Defensor); Flores (Defensor), Cortés (Cerro), Spencer (Peñarol), Gil (Rampla Jrs.)) y Pintos (Cerro). Ganaron los ingleses (1-2) y Spencer anotó el primer gol uruguayo en Wembley”.
Pese a no haber entrenado con sus compañeros de selección Spencer mostró el esplendor de su gran clase en ese partido y fue esta circunstancia la que motivó a los dirigentes de la Asociación Uruguaya de Fútbol a pedirle al jugador ecuatoriano que se nacionalizara y aceptara integrarse a la selección que iba a participar en el Mundial de 1966 en Londres. Alberto lo contó en una entrevista de cinco páginas aparecida en la revista argentina El Gráfico No. 4034 del 28 de enero de 1997, que se incluye en este libro:
-Conquisté todo lo que puede aspirar un jugador. En todo caso, la asignatura pendiente fue no haber jugado un Mundial. No quise por no aceptar nacionalizarme uruguayo, cosa que me habían pedido para el Mundial de Inglaterra 66.
Cuando el periodista le preguntó si no se arrepentía de ésa decisión, Alberto respondió:
-No, porque Uruguay es divino, los quiero mucho, pero Ecuador se enorgullece de que Alberto Spencer no se haya nacionalizado, de que haya permanecido con su identidad ecuatoriana”.
Un episodio poco recordado del paso de Spencer por la selección de Uruguay es aquel de su presentación con la camiseta celeste en el Estadio Modelo Guayaquil el 24 de julio de 1967.
Ese día la selección uruguaya venció al Barcelona porteño por 2 a 0. Los equipos alinearon así: Uruguay: Bazzano; Forlán, Dalmao, Masnik y Caetano; Goncalvez, Rocha (Rivero) y Urbano (Cortés); Salva, Spencer y Acuña (Bareño).
Barcelona: Macías; Quijano, Lecaro, Macías y Bustamante; Cárdenas, Zambrano y Moacyr Pinto; Muñoz (Raymondi), Lasso y Espinoza.
Los goles charrúas fueron conseguidos por un autogol de Bustamante y un cabezazo de Spencer.
Cuando Enner Valencia puede presentar un curriculum parecido, comenzamos a hablar…