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Aguirre: ADN Peñarol

Diego Aguirre y la mística de Peñarol.




Diego Aguirre, brazos arriba y puños cerrados responde a la ovación de los hinchas aurinegros en el estadio Campeón del Siglo. Vistiendo camisa celeste, en el debut del actual proceso de dirección técnica que se produjo el 24 de noviembre de 2023. Todo un símbolo.


22 agosto, 2024
Peñarol

No darse nunca por vencido, revelarse ante la adversidad, creer en lo imposible y conquistar triunfos épicos, la esencia misma del ADN que marca la historia de Peñarol.   

 

Diego Aguirre, en el presente siglo, es quien mejor lo interpretó con resultados que lo avalan y que volvieron a situar al club en los primeros planos a nivel continental.

 

¿Qué le posibilita interpretar a la máxima potencia la identidad aurinegra?

 

Quizás y sin quizás, el contar con la ventaja de haber vestido la casaquilla de oro y carbón. Y principalmente, ser auténtico protagonista de victorias históricas que quedaron marcadas a fuego. Mística pura.

 

Lo que hoy lo permite establecer una relación muy especial con los hinchas, que hasta se puede elevar a la categoría idilio. Apenas traspasa la puerta del vestuario y levanta sus manos saludando a las tribunas, la atronadora ovación baja en forma de catarata desde los cuatro costados del estadio Campeón del Siglo.

 

Símbolo de la pasión aurinegra. Lo rodea una áurea propia, notable, que lo convierten en un referente excluyente de la institución.

 

TREINTA Y OCHO AÑOS DESPUÉS…

 

Como futbolista, se incorporó en 1986, convocado por Roque Gastón Máspoli –otro de los pocos entrenadores con ADN Peñarol-. Y en la primera temporada, luciendo el número 9 en su dorsal –heredado de Fernando Morena, otro prócer de la institución-, se consagró campeón uruguayo, derrotando en la final a Nacional, en dramática definición por penales. Ni hablar de 1987, año en que resultó ser elevado a la condición de ídolo. Es, uno de los ocho jugadores que fueron más que once de Nacional, y ganaron un clásico que aún hoy se conmemora y celebra. Y como si fuera poco, fue el autor del prodigioso gol que posibilitó la obtención de la quinta Copa Libertadores de América. En el minuto 120, con un zurdazo cruzado tumbó la ilusión de los colombianos de América de Cali y desató la locura del pueblo mirasol, en el denominado milagro de Santiago de Chile.  

 

Volvió al club en 2003, en la función de entrenador y con la misión de cortar el tetracampeonato del tradicional adversario. Y no falló, la copa uruguaya quedó en manos de Peñarol, tras vencer en la final a Nacional, conformando un equipo liderado por el arquero paraguayo José Luis Chilavert.

 

Se fue y retornó en 2010, nuevamente con el objetivo de reconquistar el Campeonato Uruguayo, que le era esquivo desde 2003. Asumió con una desventaja de 10 unidades a favor del tradicional adversario. Eso no fue impedimento para que obtuviera el Torneo Clausura, con marca histórica de puntos, 43 de 45 posibles. Lo que le posibilitó acceder como ganador de la Tabla anual a la final y nuevamente derrotar a Nacional, para que los hinchas volvieran a gritar campeón.

 

En 2011, asumió en enero y se propuso recupera la mística copera. Y vaya si lo consiguió. En notable campaña, dejando atrás a encumbrados rivales, como ser Independiente de Avellaneda, Liga de Quito, Internacional de Porto Alegre y Vélez Sarsfield, se clasificó para disputar la final ante Santos. Arañó la conquista de la sexta. Un solo gol de diferencia lo separó de la copa. Pero, lo cierto y real, es que en todo el continente se volvió a hablar de “Don” Peñarol.

 

Se marchó a Catar, y doce años después por su adhesión incondicional a los colores decidió volver. Asumió en un momento por demás complicado, en noviembre de 2023, con el club envuelto en una lucha política sin cuartel y con un presente deportivo para nada alentador. No le importó, se enfundó el buzo de entrenador para iniciar un ciclo a largo plazo. Cayó vencido ante Liverpool en las finales del pasado Uruguayo.

 

El primer obstáculo no lo derribó. Por el contrario, redobló la apuesta y siguió adelante. Convocó a una reunión, en su propio domicilio, a los principales dirigentes de las distintas agrupaciones, en procura de pacificar la interna y de conseguir la necesaria paz para llevar adelante su tarea. Armó el plantel a su imagen y semejanza, con jugadores elegidos por él mismo. Y su trabajo comienza a dar frutos. Ganó en carácter de invicto el Torneo Apertura que lo llevó directamente a la definición del Campeonato Uruguayo. Y a nivel internacional, volvió a situar al equipo entre los ocho mejores del continente. Peñarol, nuevamente pelea por reconquistar la Copa Libertadores de América. Se prendieron todas las luces de la ilusión y la deseada sexta, hoy está a tan solo cinco partidos de distancia.

 

Peñarol, y ya nadie se atreve ni siquiera ponerlo en duda, recuperó su indiscutible ADN de la mano de Diego Aguirre. Porque Diego Aguirre, es Peñarol.


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