La demostración de Verzeri
Siempre creí -sigo creyendo- que el entrenador de la sub-20 sucesor de Diego Aguirre debió ser Daniel Carreño. Por antecedentes profesionales, porque es una personalidad ejemplar para trabajar con los gurises, ya demostrada brillantemente y, por sobre todas las cosas, porque fue el entrenador que Oscar Tabárez propuso para ese cargo.
Nunca había tenido la oportunidad de escribirlo. Cuando ocurrió el incidente, no estaba publicando sobre estos temas y después del Mundial 2010, la decisión quedó definitivamente en el ámbito de Tabárez, entonces entendí que lo necesario para la celeste no era aumentar la presión y la exigencia sin sustento, sino promover el reconocimiento a un trabajo que estaba logrando, fehaciente, devolvernos a los primeros planos de la competencia mundial, a tal punto que hoy somos, junto a España, los dos países que últimamente han participado en lo más alto de las distintas categorías del fútbol. Una verdadera e impresionante hazaña, desde donde se mire.
Defendí a Juan Verzeri cuando se lo acusaba de tener buena suerte como si ésta fuese un demérito y fuese algo más que un mero margen. Como los anteriores acusados de lo mismo, Verzeri debía demostrar incontrastablemente su escuela, los verdaderos motivos del éxito.
Ahora alguno de los que agraviaban a Verzeri (varios discrepaban con él, que es otra cosa, pero quienes lo insultaban no eran muchos si se mide: en un portal como éste, con más de cincuenta mil entradas diarias a la noticia, cinco comentaristas con agravios son la diezmilésima parte de los lectores), buscará hacer catarsis en otro personaje al que también desconozca o, más sanamente, la ayuda de un profesional.
Ahora el dirigente que dijo que la selección de Verzeri lo aburre aunque gane, seguirá aburriéndose con ella hasta el final del Mundial.
Ahora puedo decir sin perjuicio al buen trabajo de la selección, que en aquel momento Verzeri no debió ser designado el entrenador de la sub-20, pero lo es, lo ha sido y lo está siendo sin desentonar, con creces, en la escuela actualizada por Tabárez del fútbol uruguayo.
La celeste no tiene tanta gloria en su historia porque haya procurado evitar la catarsis de un comentarista o entretener a un dirigente.