Peñarol, un cero a la izquierda. No pudo romper el empate ante Rentistas y dejó dos puntos más por el camino. Discretísima campaña y alarmante falta de gol. Apenas cosechó nueve unidades y convirtió cuatro goles en siete fechas. Poco, muy poco, más bien nada para un cuadro grande.

Discreta y aburrida primera mitad. Con decir que los delanteros, fueron simples espectadores, alcanza y sobra. Friccionada, entrecortada, conversada por demás y con el fútbol faltando a la cita. El aurinegro fue nulo en ataque, no creó ni siquiera una incidencia de mero peligro. El “Bicho colorado”, ordenado en defensa, sin peso en ofensivo, pero cerca del gol -gracias a un grueso error colectivo de la defensa carbonera-, con un derechazo de Luis Acevedo, que se perdió a centímetros del vertical derecho.

Falto de ideas y de profundidad, el equipo de Larriera en el complemento. La velocidad de Laquintana, resultó ser el único argumento ofensivo. El delantero sanducero, contra todos. Logró desbordar y desnivelar por banda derecha, pero no tuvo compañía. La única jugada de peligro, la genero el propio Laquintana, en gran corrida individual que definió con un remate que se estrelló en pleno rostro del arquero Sebastián Fuentes, que se jugó la ropa y le ahogó el grito de gol.

Antes y después, nada por aquí, nada por allá. No se les cayó una idea, fue todo a empujones, a desesperados e inoperantes envíos aéreos, siempre contrarrestados por los atentos zagueros rojos.

La igualdad, en definitiva resultó  ser negocio para Rentistas, y otra desazón enorme para este inexpresivo Peñarol que sigue perdido, sin rumbo.  

Ezequiel Busquets y Franco Pérez, brazo a brazo, en la pelea por la posesión del balón.