Wanderers exteriorizó su enorme alegría por el valor del triunfo 1:0 a River Plate en el Saroldi. El “bohemio” se llevó el éxito que construyó en el clásico del Prado y llegó a la punta del Clausura. En los minutos adicionales logró la sonrisa y  acabó con su ineficacia. El volante Bruno Veglio recibió el pase de Sergio Blanco, cambio ofensivo del final, y definió al corazón de todos los hinchas que liberaron semejante euforia.

El equipo de Daniel Carreño ejerció neta superioridad en el juego, acumuló posibilidades netas y su propia ineficacia se opuso como escollo. Las cinco pelotas en los palos marcaron la evidencia incontrastable del dominio. Además, hubo otras situaciones en las que rondó el arco de Fabrizio Correa, el arquero que  atajó debido a la suspensión de Salvador Ichazo. 

River Plate no pudo remontar el trámite adverso. El darsenero insinuó cuando Matías Arezo, cercado y sin espacios, se ingenió para romper con la marca y alertar con su categoría como en la media vuelta que pasó muy cerca del arco de Ignacio De Arrabuarrena. Sin embargo, el avance sostenido del rival originó la derrota.

La superioridad de Wanderers se originó desde el comienzo sorprendente con los palos negando dos veces el gol a César Araújo -también intervino en otra chance que impidió el poste- y hasta en el cabezazo de Hernán Rivero en la presión ofensiva. El ganador tomó el protagonismo en el clásico del Prado, adelantó sus líneas y se acercó con velocidad. El entrenador potenció el ataque con Nicolás Quagliata y Rodrigo Rivero en el cierre donde el visitante parecía lamentar las oportunidades perdidas hasta encontrar la conexión para impactar la red y festejar arriba. El sueño del Clausura sigue intacto.