Dura derrota clásica. Incuestionable triunfo de Argentina. Para Uruguay, lo único rescatable es que se mantiene en la cuarta posición, en zona de clasificación directa al Mundial.

El error de Muslera abrió el recital argentino. Hasta el minuto 38, la pelota le pertenecía al dueño de casa y las jugadas de peligro, a los uruguayos, producto de dos acciones de Luis Suárez: disparo que in extremis rechazó el arquero y formidable derechazo que se estrelló de lleno en el vertical izquierdo. El trámite era parejo y, los celestes se defendían con acierto. Pero se equivocó Muslera en un centro sin mayores pretensiones de Messi, tras lo cual la pelota increíblemente terminó besando la red. Y definitivamente se cayó la estantería. Rodrigo De Paul, apenas cinco minutos después, aprovechando las franquicias de todo tipo otorgadas por la última línea, convirtió el segundo gol local para desatar la fiesta completa de los hinchas en las tribunas, que explotaron en un lacerante y estruendoso “olé, olé”.

Monólogo albiceleste en el complemento. Con un inspirado Lio Messi, que dictó una verdadera cátedra de fútbol. No en vano es el mejor futbolista del mundo. Un verdadero director de orquesta, eje de un equipo argentino que funcionó a la perfección, demostrando una neta superioridad en todos los aspectos del juego sobre un equipo uruguayo abúlico, absolutamente perdido en la cancha, y que realmente la sacó barata. Muslera, con sus intervenciones, evitó una goleada catastrófica.

Lo cierto y real es que Argentina le perdonó la vida. Ganó por tres goles, bien pudo hacerlo por cuatro, cinco, y así sucesivamente.

Domingo negro en Buenos Aires. Y se viene nada menos que Brasil.