Estuvimos al borde del papelón
Cada vez más lejos
Se fue una nueva edición de la Liga Sudamericana para los equipos uruguayos y una vez más viajamos con ilusión y volvimos con decepción. Para ser honestos a esta altura no debería sorprender, pero algunas de las excusas que se ponían ya no sirven y las diferencias con los rivales son cada vez mayores. Es que lo que más duele es no haber sido competitivo ante los equipos de Brasil y Argentina; perder con un conjunto chileno y sufrir para ganarle a los bolivianos. Lo de Malvín y Hebraica fue decepción y estuvo al borde del papelón.
Una de las principales “excusas” era que la competencia internacional, interfería directamente con lo local, pero eso ya no corre. Tanto Malvín como Hebraica son equipos que en nuestro medio marcan la diferencia y con el formato que tenemos, juegan hasta diciembre sólo para saber la posición final que tendrán. No sufren con el tema de la clasificación y en esta oportunidad tampoco con las lesiones.
Malvín viajó con todo lo que tenía, no pudo con Regatas en el debut, cayó bien ante Uniceub y en el último partido sufrió para ganarle a Amistad de Bolivia. El “playero” desde que fue campeón en el 2006, es un contante representante uruguayo en esta competencia, habiendo podido pasar de fase únicamente el año pasado cuando organizó una sede en su casa. El equipo de Pablo López esta vez no fue competitivo y los rivales fuertes le marcaron la cancha de arranque.
Hebraica por su parte se armó a último momento con la presencia de Baxley (terminó siendo el goleador) y De Bem. El equipo, con dos entrenamientos completos en conjunto viajó y padeció los granes errores en el arranque con Flamengo. Barrera no estuvo a la altura del torneo y Aguiar se lesionó en el primer juego. Su participación estuvo muy por debajo de lo esperado, a tal punto que terminó perdiendo ante Deportes Castro de Chile, en lo que fue una decepción completa del campeón de nuestro país.
Pero esta Liga Sudamericana siempre nos ha sido esquiva, desde la época de Welcome, que viajaba y se reforzaba para ser campeón y terminaba siempre quedando fuera en semifinales, de las más recordadas ante Vasco y Atenas de Córdoba. Luego pasamos años de sequía hasta que Malvín el año pasado logró meterse en un hexagonal final. Claro que esto último pega fuerte, ya que tanto Hebraica como Malvín en nuestro medio están por encima de la media y no llegaron siquiera a ser competitivos, denotando que nuestro básquetbol ha decaído en todo rubro. Estamos lejos de las potencias, pero lo preocupante es que los que vienen abajo se nos acercan y algo hay que hacer.
A 4 años
El 31 de octubre se cumplieron 4 años de la última conquista internacional a nivel de clubes. Fue en el Sudamericano que se disputó en Quito, Ecuador y allí Biguá sorprendió al continente de la mano de Néstor García y de un grupo de jugadores que quedará en la retina de todos. Más allá de lo que significaba tener a Martín Osimani y Leandro García Morales en el plantel, ese equipo no estaba conformado por grandes figuras. Una semana antes de viajar se lesionó Mauricio Aguiar y el entrenador le dio la confianza a un “pibe” que asomaba como Joaquín Osimani. Con un gran trabajo colectivo, el perímetro que también tenía a Juan Rovira como figura y un extranjero determinante como Young, el equipo fue creciendo a lo largo del torneo. Dio el primer batacazo ganándole a Minas Tenis, luego derrotó por paliza a Barcelona y llegó la noche en la cual se empezó a creer, venciendo nada menos que a Libertad de Sunchalez. El 31 de octubre pero del 2008 quedará marcado a fuego. Ese plantel, formado por todos pibes del club con excepción de los extranjeros Young y Freeman obtenía el triunfo más importante de la década para nuestro básquetbol. Fue ante Joinville de Brasil por 81-79, tras alargue en 67. No fue necesario un “Súper equipo”, sólo con una gran planificación, la inteligencia del entrenador Néstor García, sumada a la convicción que tuvieron los jugadores de lograr algo histórico, le dieron fuerzas a un equipo que viajó callado y volvió con la gloria. Luego de ese sueño que vivió Biguá y el basquetbol uruguayo de volver a los primeros lugares del continente la realidad nos golpea y ya nos cuesta ganarle a los chilenos y bolivianos.