La pena máxima
Nacional sufrió una dura derrota, 1:0 con Progreso en el Gran Parque Central. El tricolor jugó mal y lamentó hasta el tiro penal que Rodrigo Formento le atajó a Gonzalo Bergessio.
El fastidio tricolor contrastó con la alegría resonante de Progreso en el Gran Parque Central. Es que Nacional perdió 1:0 en su segunda frustración del Clausura, pese a que vivió un reencuentro emocionante con los hinchas, que agotaron las 13000 entradas puestas a la venta, después de un año y seis meses. El equipo, en la cancha, estuvo muy lejos del desempeño que soñó su gente. Y la pelota en el palo izquierdo de Armando Méndez –de buena actuación- en los minutos adicionales desnudó la cara opuesta respecto a lo que había sido la mayor parte del juego.
La frustración de Nacional llegó como consecuencia de una actuación para el olvido. Como en el debut, el albo asomó en una versión predecible, sin velocidad ni sorpresa para imponer el desequilibrio individual. La derrota excedió al penal que Rodrigo Formento le atajó a Gonzalo Bergessio, tras una decisión polémica del árbitro Gustavo Tejera, ya que no hubo falta de Romero a Leandro Fernández.
Los dirigidos por Martín Ligüera fueron vulnerables en zona defensiva. La lectura del primer tiempo no dejó dudas. Sergio Rochet salvó el arco y fue exigido mucho más que Formento. Aquella señal se afianzó en el desarrollo. A pesar de los cambios, no hubo caso. La potencia de Armando Méndez en la derecha y los desbordes de Santiago Ramírez reavivaron la ilusión, que sin embargo no se concretó.
Progreso ganó puntos que valen como nunca en su anhelo por la permanencia. Álvaro Fuerte, su entrenador, lo revitalizó desde el convencimiento para jugar con decisión. El equipo nunca fue avasallado, y su victoria no llegó por casualidad. Desde el arranque, el elenco de La Teja jugó en campo adversario y obligó a Rochet. La zurda de Gastón Colman le dio una enorme alegría, y la atajada de Formento en el penal de Bergessio terminó de imprimir a fuego ese sentimiento. Razonablemente, Nacional terminó cargado de lamento. Sobrellevando, nada menos, la pena máxima.