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Falleció Ramón Barreto





4 abril, 2015
Fútbol Uruguayo Primera

 

BARRETO-ARRIBA

En abril de 2013, realizamos a Ramón Barreto el último reportaje.

El único juez que actuó en dos finales de la Copa del Mundo y en una de los Juegos Olímpicos, el uruguayo Ramón Barreto, advierte que el miedo a la televisión está provocando malos arbitrajes: “hoy el árbitro, a tres metros de la jugada mira al línea que está en la Olímpica. Yo a los líneas les decía -aunque fuese antirreglamentario-, ‘muchachos, cuando la pelota entra en la 16,50, es toda mía’. Si yo cobraba penal, ellos corrían pal’ fondo. En cualquier momento, habrá una mano dentro del área, que el árbitro desestime como intencional y el asistente va a cobrar penal y ahí ya se va a armar otro lío”.

“Antes los jugadores eran, en su gran mayoría, hombres grandes. Había que arbitrar con esos tigres… Ahora son casi todos gurises. Es una papa arbitrarles, pero también digo que oí a jugadores decir a la prensa que trataban a un árbitro con falta de respeto y lo repiten y entre ellos, oí al mismo jugador al que otra vez le había oído decir ‘tenemos código’, ¿ma’ qué código?

Los arbitrajes internacionales también están fracasando mucho. Primero: Mal administradas las tarjetas. Hoy jugador que cae en el área, no se escapa de la tarjeta amarilla por simulación y no todas las caídas son simulacros. Muchas veces caen por acción del juego, pero el complejo de los jueces es tan grande que dicen: ‘saco amarilla y todo el mundo sabe que no fue penal’. Es una cosa de locos”.

Ramón Barreto, tres mundiales en su haber. En México ’70 arbitró en la serie de Guadalajara, en Alemania ’74 nada menos que el clásico de las dos Alemanias de entonces, RFA-RDA y estuvo en la final Alemania-Holanda. En Argentina ’78, Alemania-Holanda en Córdoba, después Argentina-Italia y se quedó para hacer de línea en la final.

Fue el primer árbitro del mundo que estuvo dentro de la cancha en dos finales de campeonato mundial seguidas y, en el intermedio, arbitró la final olímpica en Montreal, Polonia-Alemania.

CAMINO CENTURIÓN

“Decían mis padres que yo de niño les decía que iba a recorrer el mundo.

-Las calles del Cerro vas a recorrer -decían que me contestaban.

Vivíamos en una chacra próxima a la ruta Centurión, el camino a Aceguá, a siete kilómetros de Melo. Mi hermano estaba en Montevideo, en el Cerro.

Y efectivamente… me mandaron a Montevideo a trabajar, a lo de mi hermano. Así que recorrí el Mundo en las calles del Cerro: Grecia, Rusia, Francia, Prusia, Inglaterra, Egipto, Suecia, Portugal, Turquía, Suiza, México, Norteamérica, Argentina, Centroamérica, Ecuador, Holanda, Bélgica, Perú, Japón, Chile, Polonia, Puerto Rico, Filipinas…

Después el fútbol me llevó a recorrer el mundo entero de verdad, todos los lugares que nombraban esas calles y más. Una noche, alojado en un hotel de Guadalajara, en mi primer Mundial, subí al comedor para cenar y en una mesa contigua a la mía estaban Pelé y Cantinflas. ‘Si vivieran mis padres y me vieran’ pensé. Cuando me acosté esa noche, en mi suite, te juró que me pregunté: ‘éste… ¿seré yo?’

“ARBITRAR ES PENSAR”

“Fue Spencer (Alberto, centrodelantero de Peñarol de la década del 60′), en un clásico. Lo trancaron en el área y se la tiraron al córner. Cayó y cuando se levantó, vino corriendo a gritarme: ‘¡Penal!, ¡fue penal!’.

‘Sí -le respondí-, fue penal; pero por esta vez tirámelo de la esquina’ y le señalé el córner.

Hice muchos clásicos. Un día estaba arbitrando las finales del torneo de Colombia (fui doce veces a arbitrarles finales del campeonato colombiano) y llaman de Montevideo, un domingo: ‘necesitamos a Barreto el miércoles en el Centenario para un clásico’. Pero yo estaba arbitrando una final en Barranquilla y, aunque la Asociación Uruguaya mandó pasajes de avión hasta Bogotá, hasta Buenos Aires y desde Buenos Aires en el puente aéreo, llegué justito para el partido. Ni pasé por casa. Del aeropuerto derecho al Estadio. Cuando llego me entero que hubo sorteo, a último momento, para decidir el juez del clásico. Me pareció rarísimo. ¿Habían pagado los pasajes por si salía en el sorteo?

Barreto: "arbitrar es pensar, más allá de conocer el reglamento"

Barreto: “arbitrar es pensar, más allá de conocer el reglamento”

Tuve la suerte de arbitrar prácticamente todos los clásicos de América. Boca-River, los clásicos brasileros, paulistas-cariocas, me contrataron un año en Brasil, cuando jugaban Forlán padre, el Lito Silva, Fla-Flu, San Pablo-Corintians, arbitré Cerro-Olimpia en Paraguay…

No tuve problemas porque los primeros que hice fueron los de la Liga del Cerro, desde el año 56, que había que hacer de juez ahí…  ¿Sabés lo que era? Dos mil personas iban a esos partidos. Si arbitrabas ahí, podías arbitrar en cualquier lado.

Marino (Esteban, el más renombrado árbitro uruguayo de entonces), me vio y me llevó a la AUF. Cuando me tocó hacer mi primer Peñarol-Rampla, en el Centenario, mientras jugaban las terceras (yo hacía el Primero) estaban masajeándome en el vestuario, mientras los delegados de los clubes llenaban los formularios. De repente entra al vestuario mi hijo chico corriendo: “¡Papá, papá, gol de tu cuadro!”. Los delegados se rieron. Ahí se enteraron que era hincha de Rampla.

Un día Bugallo (Juan Carlos, dirigente de Fénix) me recusó. Fénix tenía que ir al Olímpico y el Colegio me había designado de árbitro. Yo contesté que era tan hincha de Rampla como Carrere Sapriza (el Presidente de Rampla), pero adentro de la cancha era neutral. Y es verdad.

Yo digo que arbitrar es pensar. Sé lo que dice la FIFA, pero el árbitro tiene criterio. Para mí el área es del árbitro. A mis asistentes les decía, “ustedes vayan a la línea del gol y ocúpense de la línea, que del área me encargo yo”. Porque el juez tiene que estar bien entrenado y llegar al área con la mejor ubicación.

El juez tiene que aplicar psicología. Después de los clásicos, yo me iba al bar El Mástil, en Avenida Italia y Garibaldi, que estaba lleno de gente que salía del estadio, tomaba una Coca-Cola y me iba. Lo hacía como un trabajo psicológico. Si a la gente le demostrás temor, más te van a relajar y si salís con quince policías más te chiflan.

Con los jugadores lo mismo. Me acuerdo de una vez que cobré un técnico adentro del área contra Peñarol y el Tano Gutiérrez (Nelson, zaguero de Peñarol), me protestó:

-Más allá, señor juez, fue medio metro más allá.

-¿Cómo dice?

-Medio metro más allá.

-Medio metro -acepté y se la corrí medio metro… pero para adelante.

-No -dijo-, medio metro más atrás.

-¿Cómo dijo?, ¿medio metro más? -y la corrí medio metro más adelante de nuevo, ya llegando al punto del penal.

Entonces Fernando Álvez (el golero) le gritó:

-Dejá, Tano, no le hablés más que nos mete adentro del arco.”

EL ÚNICO PARTIDO

“El primer mundial mío fue México ’70. Cuando terminó, me invitaron a visitar Estados Unidos, ya que estábamos tan cerca. Codesal (Edgardo, árbitro instructor de FIFA) me pregunta:

-¿Trajiste todo en regla? ¿Pasaporte, visa…?

No había sacado visa. No se me ocurrió que la precisaría.

-Vayan ustedes -le dije-, yo no voy.

Uno de los mozos del comedor del hotel era uruguayo y ya nos habíamos hecho amigos. Esa noche, voy a cenar y me pregunta:

-¿Cómo te está yendo?

-Bien, pero tenía pensado, cuando terminara el Mundial, ir a conocer Estados Unidos y no sabía que precisaba visa.

-Andá al cuarto y traeme el pasaporte -me dijo.

Se lo llevé. Resulta que estaba comiendo ahí el embajador de Estados Unidos en México. A la mañana siguiente me dieron la visa por veinte años.

Cuando le conté a Codesal que ya tenía todo en regla, no lo podía creer. Siempre tuve buena suerte. Al mundial siguiente, me tocó el peor partido y resultó el partido que me hizo llegar a la final.

Para festejar el éxito del Campeonato, después de la final (Alemania-Holanda), (el canciller alemán), Billy Brant, organizó una comida para los finalistas, incluidos los jueces. Estaba Henry Kissinger (Secretario de Estado norteamericano), sentado a mi lado.

Yo quería aprender… de canarito nomás le dije:

-Si un día Nixon se levanta de mal humor capaz que se termina el mundo.

Hablábamos con intérprete.

-Usted preocúpese de que no me levante yo de  mal humor -me contestó.

Brant me había presentado como ‘el juez del partido más difícil’, porque Alemania Federal-Alemania Democrática fue un partido que nadie lo quería.

Era la primera vez que se enfrentaban las selecciones de fútbol de las dos alemanias. Estaba muy presente el recuerdo del atentado de Munich del 72. Estábamos todos esperando a que explotara una bomba, mientras tocaban los himnos.

Me salió un partido bárbaro. Me salió tan bien que me traje la pelota. Después se la doné a Rampla y la rifaron. Si me habrá salido bien ese partido que nunca más se jugó.”BARRETO-ABAJO

“Si me habrá salido bien aquel partido que nunca más se jugó.”


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