¿Quién gana?
La seguidilla de partidos y el calendario apretado que se ha generado, hace que prácticamente todos los días tengamos actividad en el básquetbol, algo que para los medios de comunicación sin dudas termina siendo provechoso, pero en definitiva, ¿quién gana con este tipo de competencia?
La respuesta es difícil de encontrar, porque cuando se inició la Liga Uruguaya allá por el año 2003, primero con un campeonato experimental y posteriormente como sustituto del Torneo Federal, se buscaba la integración del interior y que se crezca dentro de la competencia interna.
En cuanto al crecimiento de la competencia interna, es algo que no ha sucedido y por momentos pareciera que la misma en vez de crecer, decae. Las diferencias entre los equipos que van por el título y quienes buscan salvarse del descenso son siderales y dentro de los rectángulos de juego, exceptuando alguna esporádica sorpresa, siempre el más fuerte termina ganando y a veces por diferencias escandalosas.
Hoy en día el hecho de que 16 clubes participen del campeonato de Primera División parece irrisorio, cuando hay clubes que siquiera tienen gimnasio para jugar de locales y otros que deportivamente apenas llegan a cubrir los costos y compiten en total desigualdad de condiciones con los poderosos que invierten muchísimo en armar planteles para pelear por el título.
Sigue la maratón
Desde el comienzo de la Liga Uruguaya se ha jugado casi todos los días al básquetbol. Por temas de calendario se ha tenido que apretar tanto el fixture que la gran mayoría de los equipos juegan cada 48 horas. Esta seguidilla tremenda de juegos hace que no se pueda disfrutar una victoria y tampoco digerir debidamente una derrota.
Para lo único que tiene tiempo el cuerpo técnico entre partido y partido es para buscar la recuperación de sus jugadores, sin poder entrenar debidamente, planificar los partidos, resaltar virtudes y trabajar errores cometidos, ya que la vorágine con la cual se juega es tremenda y no da margen a realizar ajustes.
En el mundo se juegan como máximo dos partidos por semana, incluso en las mejores ligas del mundo como la ACB y otras en Europa. Los días de partido son viernes y sábado, dejando el medio de la semana para la disputa de competencias internacionales.
Considero que el costo deportivo que se termina pagando es muy caro y achata nuestra competencia, sin permitir que los entrenadores trabajen, sino que simplemente jueguen.
Saltear la planificación
La planificación de los entrenadores y el momento en el que se comienza a forjar la temporada, en esta ocasión para algunos equipos fue prácticamente nula. La cercanía con la que terminó el Metropolitano con respecto a la Liga fue un factor que complicó y mucho a varios equipos.
Generalmente la etapa en la que un entrenador transmite su filosofía de juego, forja una identidad y transfiere conceptos que simplemente se recalcarán durante la temporada, en esta ocasión resultó prácticamente nula debido a la tardanza del Metro y la llegada de jugadores sobre el comienzo de la Liga.
Esto es una denuncia de que urgentemente se debe apostar a las competencias en paralelo, no solamente para evitarnos este tipo de problemas, sino también para categorizar a los jugadores, que quienes tienen nivel para jugar Liga lo hagan y el resto se desempeñe en divisionales de ascenso.
Esto también permitiría, tal como lo propone el Gerente Deportivo de la F.U.B.B., un necesario torneo sub 23, para que aquellos jugadores que terminaron su etapa formativa y aún no tienen los minutos necesarios en el plantel principal puedan seguir jugando y no se pierdan, cosa que en los últimos años ha sucedido ya que se quedan varados sin jugar y optan por dejar el deporte.
Integración desintegrada
Otro de los puntos que necesitan una rápida revisión es la participación de los equipos del interior en la Liga Uruguaya. Acaban de comenzar los torneos regionales y el interés por parte de los mismos es casi nulo. Planteles conformados de forma muy pobre, con extranjeros de escaso nivel y una competencia que no calza los puntos de un torneo de Primera División son aspectos que rodean estos campeonatos clasificatorios.
Es necesaria la participación de equipos del interior en nuestro básquetbol, pero no de forma totalmente forzada y sin chances de competir. El golpe del año pasado generó un cambio en la forma de disputa, ya que entran en una fase de repechaje ante equipos que quedan fuera de los 8 de la zona Montevideo, pero incluso ante estos equipos, los del interior van a sufrir y posiblemente queden eliminados.
La integración debe generarse de otra forma, progresivamente, que primero se afiancen los diferentes regionales para posteriormente sí poder tener equipos fuertes, con jugadores formados en cada departamento para poder competir. También existe una realidad en nuestro país que es la centralización y que hace que muchos jóvenes desde tempranas edades se vengan a Montevideo y sigan desarrollándose deportivamente en la capital y no en su tierra natal.
En síntesis, el producto Liga Uruguaya tiene que replantearse muchas formas. La reciente eliminación de Malvín en Liga Sudamericana y las duras derrotas que cosechó son en parte una denuncia a que la competencia interna no es fuerte y que potencia poco a los equipos más encumbrados. En este caso hablamos de una institución que año a año pelea por el título, que cuando no lo consigue se refuerza para hacerlo, pero muchas veces la falta de competencia interna hace que a la hora de competir afuera nos encontremos con realidades que golpean y muy duro.