100 años de la CONMEBOL (Nota 12)
Por Atilio Garrido / Investigador. Autor de “100 años de la CONMEBOL / Un continente de fútbol”, libro oficial de la Confederación Sudamericana con la historia de su centenario.
Héctor R. Gómez no aceptó la continuidad que le fue propuesta por los dirigentes para seguir desempeñando la presidencia de la LUF a partir de marzo de 1913, exclusivamente por la división producida en el fútbol argentino. Amigo y afín al pensamiento de Ricardo Aldao, presidente de la Federación disidente, entendió que su posición podía resultar más perjudicial para la Liga, que beneficiosa. Se retiró por completo del fútbol. Su único contacto fue como aficionado, con asistencia a los partidos de Montevideo Wanderers FC. En algunas ocasiones, como narraremos en la presente nota, se le invitaba por parte de la LUF a los agasajos cuando se presentaban en Montevideo los combinados y equipos del fútbol argentino.
Este año de 1913 no fue nada fácil para Gómez. Estaba casado con Elisa Guillot, de cuya unión nacieron cuatro hijos. El primero, el único varón, siguiendo la tradición de aquella época, llevó su mismo nombre: Héctor. Luego llegaron tres mujeres: Margarita, Marta y Alicia, en ese orden. En esa etapa de la consolidación del hogar y la familia, Gómez enfrentó una complicada situación generada por los avatares políticos que pasó a vivir el Uruguay.
Todo comenzó cuando el presidente de la República, José Batlle y Ordóñez, publicó el 24 de enero de 1913 en El Día, la propuesta para reformar la Constitución, sustituyendo el cargo que ocupaba por una Junta de Gobierno compuesta por nueve miembros. El Partido Colorado hasta entonces unido detrás del liderazgo de don Pepe, se dividió. “Dentro del batllismo la oposición al colegiado fue liderada por Pedro Manini Ríos. […] Renunciaron tres ministros por discrepar con el ejecutivo pluripersonal: José Serrato de Hacienda y Juan Blengio Roca. […] Algunas de las principales cabezas del batllismo, como Williman, Juan José de Amézaga y Campisteguy, se pronunciaron abiertamente en contra”.(1)
Obviamente que Héctor R. Gómez, estrechamente vinculado a Manini Ríos desde la juventud, siguió esos mismos pasos, a pesar de la inestabilidad que su decisión le generaba para el mantenimiento de su familia.
“Producido el cisma de 1913, quedó fuera de la Cámara en febrero de 1914. Y aquí una actitud que pinta sin duda mejor que las palabras ditirámbicas, el carácter de un hombre: Gómez no tenía otra profesión que el periodismo. Tenía a su cargo una familia numerosa y no poseía bienes de fortuna. Ocupaba, sin embargo, como director de ‘El Día’ y como diputado, una posición destacada. Todo lo renunció por no claudicar de un principio que él, al igual que los románticos de 1913 consideró el único que estaba en consonancia con la tradición de Rivera y de la Defensa y con la tradición de 1904. Con la misma entereza de siempre, soportó la adversidad y desde entonces se dio todo al anticolegialismo y al Riverismo. […] El panorama de 1913 acá ha sido diverso. Primero fue el duro ostracismo, el vilipendio y hasta la amenaza de la vida. Luego el 30 de julio.(2) Más tarde, el régimen de representación proporcional que permitió al Riverismo elegir varios diputados y por último la administración riverista, dentro del ejecutivo bicéfalo, a cargo del doctor Campisteguy. En todas partes estuvo Gómez como figura de primer plano. Cuando hubo necesidad de exponer hasta la vida, la expuso con ese valor reflexivo y sereno que es patrimonio de los hombres de verdadero temple. […] En 1915 integró el primer Directorio de los Ferrocarriles y Tranvías del Estado”.(3)
He sostenido desde el año 2000, al escribir el libro del centenario del fútbol uruguayo, que de las luchas que ocasionaron el cisma futbolístico en nuestro país, nació y es hijo, el rotundo triunfo mundial en 1924. Razonando de idéntica forma, afirme en el libro de los 100 años de la Conmebol, de reciente edición en Paraguay por parte del organismo, que la lucha generada por la división del fútbol argentino, resultó el motor del crecimiento y del desarrollo, del que surgirá la nueva puesta en escena de un Campeonato Sudamericano y de la creación de la Conmebol. ¿Por qué motivo se preguntarán los lectores?
Porque en el afán de ser mejor que su oponente, se desataban fuerzas superadoras en la búsqueda de concretar acciones y golpes de efecto que destacaran y posicionaran de mejor manera al contendiente que pegaba primero. A las pruebas me remito.
El 3 de setiembre de 1913 en la reunión de la LUF –ahora presidida por el Dr. Véscovi- se recibió una nota de la Federación Argentina de Fútbol (FAF) a través de la cual el presidente Ricardo Aldao informaba que “encargó a Europa una Copa que constituirá el trofeo para el match a jugarse a fin de temporada entre los clubes campeones de la Federación y la Liga”. Se resolvió, simplemente tomar conocimiento, dándole largas al planteo sin responderlo. La nueva conducción de la Liga a cargo del Dr. Véscobi intentó anteriormente una mediación en el conflicto argentino que –al igual que le ocurrió a Gómez- fue rechazada, ante lo cual adoptó una política de neutralidad. El trofeo que se llamará Copa Río de la Plata o Copa Aldao, recién se pondrá en disputa a partir de 1916 cuando la división haya sido superada.
La oficial AAF cuya conducción continuaba a cargo de Hugo Wilson, en conocimiento de la propuesta realizada por el Dr. Aldao, presidente de los disidentes, a la LUF realizó sus gestiones. Sorpresivamente subió la apuesta. “Resolvieron realizar anualmente un concurso de football instituyéndose al efecto la Copa América. Serán invitadas a adherirse a este proyecto las ligas uruguayas, chilena y brasileña, debiendo enviar en caso afirmativo un equipo para disputar la Copa. Este torneo se efectuará en Buenos Aires, en fecha que con prudente anticipación fijará el Consejo”.(4) La iniciativa correspondió a José Susán, dirigente y ex jugador de Estudiantes de Buenos Aires, hermano de Maximiliano, uno de los mejores y más famosos futbolistas de ese momento. El 17 de octubre la AAF envió un telegrama a Uruguay, Chile y Brasil informando que: “Pláceme comunicarle que ministerio relaciones exteriores ha donado hoy un magnifico trofeo denominado ‘Campeonato Sudamericano de football’ a disputarse anualmente entre uruguayos brasileños chilenos y argentinos al comunicar esta grata nueva esperamos contar con su concurso para estrechar más vínculos amistosos que ligan nuestros pueblos. Salúdalo atentamente José María Pirán Vicepresidente”. Era una prueba contundente del apoyo gubernamental a la AAF oficial.
Al igual que en el caso anterior planteado por los disidentes de la Federación, la posición de neutralidad asumida por Uruguay en el conflicto argentino, así como las situaciones de enfrentamientos que se registraban en el fútbol de Chile y Brasil, determinaron que –tampoco- esta otra competencia no se llevara a cabo. El hermoso trofeo de plata de importantes dimensiones, tenía estampada la siguiente inscripción: “Copa Campeonato Sudamericano de Football instituida por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Ministro Dr. Ernesto Bosch. Asociación Argentina de Football. 1913”. Su fotografía se incluyó a toda página en el libro del centenario de la AFA, sin ninguna referencia a su origen y significado. Es de suponer que se encuentre en sus vitrinas.
Entre medio de estos dos episodios contrapuestos, que por sí sólo son una gráfica de lo expresado líneas arriba sobre el deseo de ser mejor que el adversario, se generó otro acontecimiento que, a su vez, demuestra que Héctor R. Gómez, continuaba soñando con la Confederación.
Ocurrió el 14 de setiembre de 1913. Ese día, domingo, se disputó en Montevideo la 2ª Copa Argentina, entre Uruguay y la selección de la Liga Rosarina del vecino país, Los visitantes llegaron con sus autoridades y el secretario honorario de la oficial Asociación Argentina de Football (AAF), Armando Bergalli. Después del partido, en la cena en honor a los visitantes, en el Hotel Lanata, varios dirigentes hicieron uso de la palabra. La división fue el tema principal. “Cerró la parte oratoria el Dr. Héctor R. Gómez con una brillantísima improvisación, en la cual recordó su proyecto de la Confederación, terminando su discurso con éstos términos: ‘Dr. Véscobi, como presidente que sois hoy de la Liga Uruguaya de Football, yo os digo: La Confederación está muerta, como el Nazareno Redentor, de la leyenda clásica, dirigíos a ella y decidle: levántate y anda’. Una ovación calurosa saludó las palabras del Dr. Gómez, terminando poco después el banquete en medio de calurosos vivas”.(5) Alejado del fútbol, a raíz de la talla que había adquirido su personalidad, la LUF lo invitaba en este tipo de ocasiones para participar de los llamados banquetes luego de los partidos.
(1) Lincoln R. Maiztegui Casas. Una historia política del Uruguay. Tomo 2. Montevideo. Editorial Planeta, 2004: 181.
(2) El 30 de julio de 1916 se eligieron en comicios generales los miembros de la Asamblea Constituyente para reformar la Constitución. El resultado marcó la primera derrota electoral del batllismo de José Batlle y Ordóñez. El éxito del Partido Nacional unido, y del Partido Colorado Gral. Fructuoso Rivera, logrando la mayoría de convencionales, aseguraba el rechazo de las ideas de Don Pepe.
(3) “El Político”. El Diario. Montevideo, 24/06/1931.
(4) “Sobre la reunión de la AAF de la víspera”. La Argentina. Buenos Aires, 16/10/1913.
(5) “Nuestros combinados baten ampliamente a los rosarinos 5 goals a 0”. La Tribuna Popular. Montevideo, 15/09/1913.