Ward ganó por un punto al “Grecobox”…
En esta “disciplina” novedosa, que bautizamos, “grecobox”, para unir los dos deportes, la lucha grecorromana y el boxeo, que, al final fue lo que vimos anoche, ganó Ward por un punto.
Deslucido, aburrido, anunciado, trabado, a pleno clinch, todo el combate, el norteamericano y el ruso, hicieron un pacto – no arreglado, claro – de mínima agresión y mucho de la ancestral lucha de griegos en los Juegos Olímpicos.
WARD AL SUELO
Ward cayó en el segundo, cuando Kovalev pudo conectar una buena combinación, cortita, no precisó más, de un normal “uno-dos” y la cuenta de Byrd, la sufrió el local.
Hasta ahí, fue, diríamos, un combate de boxeo, que, al final, era la finalidad del encuentro entre dos invictos.
Pero después, con las mañas de todo tipo del estadounidense, se vino abajo el espectáculo, Kovalev entró en el juego lamentable de la “grecobox” propuesto por Ward, ante el aluvión que se le podía venir y adiós al gran combate, a la acción, a la técnica, a la lucha franca, a todo …
SE VINO ABAJO EL ESPECTACULO
Se apagaron las luces del show. Algo así.
Kovalev se metió en el clinch continuo, forcejeó, metió los codos, lucharon con los brazos, dejaron el boxeo de lado y practicaron la grecorromana, con sus técnicas, arrastrándose hacia las cuerdas, sin golpes, sólo el clinch, como arma central, el agarre, el cabezazo, el temido golpe de conejo, que no podía faltar, esto es, un toque fuerte en la nuca del rival.
Adiós a los directos, a los ganchos, a la clase y categoría de la velocidad y técnica, al juego de piernas, a todo, para dar paso, al “show del foul”.
Sintetizando, todas la ilicitudes permitidas por el juez, Robert Byrd, quien, insólitamente, no sancionó un sólo foul. Algo sorprendente y que llama la atención, puesto que tenía, por round, no menos, de cuatro o cinco acciones desleales.
Pero así fueron las cosas en el T-Mobile Arena de Las Vegas, un fantástico escenario para una frustrante pelea por un título mundial y tres cinturones, los de la WBA, IBF y WBO.
INSUFRIBLE
Así se llegó al final. Con todo previsto, con los agarrones a la orden, con ausencia de la esencia misma del deporte en cuestión.
Pésima actuación de los dos.
Entonces, la vieja frase …”alguien tiene que ganar”. En realidad si perdían los dos, estaba genial, pero los jurados encontraron vencedor por un punto al local, 113-114, firmaron los tres, en un resultado que, al final, daba lo mismo, porque si ése marcador era para Kovalev, no hubiese sorprendido.
Una pena para el boxeo mundial.
Una gran expectativa que se vino abajo por la acción, en primera instancia de Ward, que vio que se le venía la noche, la madrugada y demás y decidió ensayar éste tipo de actitudes prohibidas, que fueron permitidas por un juez complaciente con “el muchacho de la casa”.
Y Kovalev que no pudo salir de ese trama, no metió más golpes netos, no ensayó el jab, como se le conoce, espero demasiado con la derecha, que lanzó tarde o mal o nunca y Ward que cortó todo intento de boxeo posible en una noche para olvidar rápidamente, teniendo en cuenta que se encontraron dos invictos, dos “clase 1”, de los semipesados y terminó siendo una riña desordenada, sin clase, ni categoría.
Una pena, realmente.
Ward y Kovalev, son mucho más de lo que mostraron en ésta “grecobox”.
Pero después de la caída en el segundo round, Ward decidió suspender el boxeo y dedicarse a otra cosa, para ver si podía interrumpir, molestar y desconcentrar al ruso.
Lo logró.
Ganó, es cierto, perdió el boxeo, también es cierto y Kovalev, con una sonrisa al cierre, esperará una revancha que le corresponde pero boxeando, que era lo que estaba previsto ….