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La ley primera




La cabina para televisación


20 abril, 2016
Columnistas

No hay entrenador  que no haya sido criticado.

Poco, mucho o demasiado.

Estamos en una profesión que lo sabes desde que comienzas; muchos porque vimos como las críticas se las llevaba el entrenador que teníamos de turno mientras estuvimos con “los cortos”.

Luego ya en la carrera de entrenador.

Siempre la vivimos desde adentro. Entonces debes de blindarte la coraza porque de lo contrario no podrías trabajar.

Nos preparamos para que el ataque o el halago, en menos medida;  venga de lugares esperados e inesperados. Solo un frente no debería abrirse en caso de ser negativo; y ese es el  interno, o para ser más claro, entre los propios entrenadores.

Luego de haber sido campeones del mundo, y de ahí para abajo, todos los entrenadores  han recibido críticas, en mayor o menor medida  y así es el mundo del futbol. No quiere decir que guste, pero se está  expuesto por ser un deporte de muchas pasiones y el número  uno del mundo.

Debe ser  una de las multinacionales  más  poderosa del mundo, la F.I.F.A; mueve todo el planeta y por algo es.

Y todos participan de una manera u otra; directa o indirectamente, los protagonistas o todo los que sienten el futbol como su pasión.

El público tiene el derecho a opinar, porque es el que aporta, el que sufre o goza según avatares deportivos, es a mi entender el que saca desde su corazón toda opinión, con mucho de pasión.

El entrenador también tendrá argumentos de defensa además del de trabajar, es decir argumentar,  pero además y eso es lo más claro, el  éxito debe acompañar.

Ante este momento del Barcelona el propio entrenador de los “cules”, Luis Enrique,  declara en la conferencia previa al partido con Deportivo:

“No tengo nada de que disculparme. No he faltado el respeto a nadie. Muchos medios faltan el respeto a muchos de nosotros y a  mi cada día. Si no les gusta mi estilo, me importa un bledo. Un bledo para decirlo de una manera educada” (sic).

Si eso siente Luis Enrique estando donde esta imagínense  para abajo.

Es decir claramente que las discrepancias vienen desde un sector donde su cometido es analizar y dentro de ese análisis, vienen las críticas. A veces vienen los halagos, pero como no podes ganar siempre; aparece la parte que no gusta, la que parece como que estuvieran esperando, porque los medios si alguna vez los enfrentaste…….te esperan. Pero eso es  “ley de juego”.

Ahora ocurre en nuestro futbol un hecho que no es bueno para la profesión.

Nunca es a favor de los entrenadores, que la discusión pública venga entre colegas, en todo caso se le dirá al oído uno al otro lo que se quiera expresar;  así nos decía Don Hugo Bagnulo.

Hoy, en estos tiempos,  todo corre como reguero de pólvora.

Bela Guttmann  fue un entrenador austro-húngaro, que dirigió en más de una docena de países (así como está escrito), algunos  de alto nivel de futbol y a grandes equipos entre los que estuvieron el Milán de Italia, Benfica de Portugal, San Pablo de Brasil y otros grandes, además de la selección de Austria; donde fue campeón de Europa por 2 veces con el Benfica y además supo ser campeón en Hungría, Brasil y Portugal.

Vino a dirigir a Peñarol a los inicios de la década de 1960 luego de que este fuera campeón del mundo; terminando su periplo por nuestras tierras con una frase que trascendió en el tiempo: “¡¡ acá en Uruguay son 3 millones de directores técnicos!!”, y se fue.

Recordando  y añadiendo una frase del inolvidable entrenador Mario Patrón, donde decía……..”En Uruguay, no engañas a nadie, todos saben de futbol, el diarero, el carnicero, todos saben, es verdad”.

La gente opinara de una manera u otra sobre lo escrito, y todo es respetable de nuestra parte, sobre los entrenadores.

Lo que no es aconsejable es que un entrenador en forma pública  ponga en la balanza el trabajo de otro, porque enseguida vendrá la invitación a participar de algún programa de TV, radio o declaraciones en algún diario y se “harán un festín con la profesión”.

Todo lo del futbol es demasiado pasional en nuestro país y eso es el motor que nos mueve. La pasión es un aditivo que se transforma en fórmula  para que la historia del futbol siempre tenga que nombrar a Uruguay  cada vez que se nombre algo de futbol y desde el extranjero no sepan cual es esa fórmula  que “la celeste” tiene para que el  nombre esté inscripto en eventos sudamericanos y mundiales.

El Martin Fierro hablando de la Ley primera termina diciendo que si los hermanos entre ellos pelean, los devoran los de afuera.