Las piezas van tapadas
La “Estrella o estrellas” no son en todos los casos indefectiblemente los capitanes, en todos los equipos o selecciones uruguayas. Cada país tiene su idiosincrasia y nosotros la tenemos totalmente arraigada.
Porque digo esto; es porque generalmente; la “estrella” o figura del equipo no era en una gran cantidad de situaciones el capitán del equipo, siéndolo el de mas ascendencia en la interna, u otros atributos demostrados “entre bambalinas”, que muchas veces eran ignorados para el público, y el brazalete no caía en el gusto futbolístico popular.
Absolutamente como todo en la vida, hay otros ejemplos también valederos y que estarán en el recuerdo de mucha gente.
Pondré de ejemplo a dos jugadores por club o selecciones, pero jugadores estrellas había más de uno en cada situación, pero capitanes eran casi una exclusividad.
Juan Carlos Bertone, el imponente y referente del Montevideo Wanderers F.C; era el capitán en la primera década del siglo pasado, aún teniendo al magistral “maestro” José Piendibene como compañero en la selección uruguaya de la época.
Alfredo Foglino (el primer Mariscal de la historia) capitaneaba a su Nacional donde Héctor Scarone “derrochaba magia” en los campos de juego ya en la década de 1910.
José Nasazzi el hombre más laureado y capitán permanente de la celeste (aunque su ultimo titulo lo logra “poniéndose” en el debut de la camiseta roja en 1935 en el sudamericano de Perú en Santa Beatriz) era compañero del “Mago” Scarone y mientras este se catapultaba y adquiría el “Titulo” de mejor jugador del mundo de la época en la selección uruguaya, no le alcanzaba para “destronar” al “Terrible”, de la banda en su brazo.
Obdulio Varela capitaneaba en Peñarol y en la selección a Juan Alberto “Pepe” Schiaffino que llegaría, según los italianos, a ser il “piu grandi” (el más grande extranjero que piso “la bota”), pero el capitaneado sabia de la gran influencia y la guía de Obdulio a sus compañeros y a el mismo.
William Martínez, capitán de la primera Copa Libertadores (1960) y mundial Inter continental (1961) con Peñarol cuidaba la defensa aurinegra mientras los goles era misión del “Verdugo” cordobés Juan Eduardo Hohberg en la primera y Alberto Pedro Spencer en la segunda, el primero; figura inconmensurable de nuestro futbol, por muchas cosas y también por el recordado gol a los Húngaros en el mundial 1954, cerca de la hora de finalización del partido y donde el genial relator Carlos Solé lo inmortalizo con aquel: “y cuando el león estaba mortalmente herido, sacudió su melena y en un último zarpazo……”, y el segundo también ídolo total aurinegro.
Néstor “Tito” Goncalvez, el gran capitán, levantaba copas en la década del 60 en los “carboneros” y Pedro Virgilio Rocha deleitaba con su juego y sus impresionantes remates en Peñarol, pero nadie más que Tito era el dueño del lugar de capitán.
El recio e imponente Luis Ignacio Ubiña levantó la primera Copa Libertadores (1971) con Nacional siendo su capitán y el argentino Luis Artime era el goleador que todo equipo quería tener por ser infalible e histórico, además de codiciado mundialmente. Mas “El Peta” era quien comandaba su plantel, con una imagen hacia “afuera y adentro” de líder indiscutido. Lo veías a él y decías……”detrás de él van todos”
Walter “Indio” Olivera, el central de gran personalidad en Peñarol lucia la cinta de capitán y el genial goleador que está dentro de la historia en los rayados, Fernando Morena, por sus goles que eran “un azote” para las defensas rivales, se encargaba con su “magnetismo” que se hiciera una colecta entre la “falange” aurinegra para traerlo desde España (la frase de la época era “A Morena lo traemos todos”) donde estaba para llegar a ser el mejor de América y del mundo en 1982; los dos aportaron, cada uno desde su lado influyente.
El incansable y eficaz Víctor Esparrago, lucia la cinta de capitán cuando en Japón por primera vez se disputaba la Inter continental (1980) y Waldemar Victorino perforaba redes siendo el ídolo de Nacional. Sin embargo con su trajinar, entrega, sacrificio, orden táctico y adhesión a los tricolores, lo hizo se campeón de América 2 veces (1971 y 1980) y del mundo en los mismos años.
Hasta promediando la década de los ochenta, el criterio era ese, en una generalidad, en Uruguay.
Se era ídolo por el “arte” del juego, donde también los capitanes tenían lo suyo, pero la “cinta” era elegida, por otra “magia”, sino porque los planteles eran guiados desde “adentro” del vestuario de una manera y dentro del campo recibían la contribución del juego, inspirado en la inconmensurable calidad de los compañeros. Aunque luego con más experiencia, recorrido y maduración esos ídolos también transitaron el camino del capitán
Hoy le tocó a Luis Suarez, la “banda” que todo jugador quiere tener, la de la selección mayor; el mejor goleador del mundo actual, contribuyó en “el pizarrón verde”, así como también en el “bunker” del vestuario, en el hotel, almorzando o simplemente caminando en ratos de esparcimiento. Eso es el capitán, no solo en la cancha. Y ese crédito hay que ganárselo en “la interna”.
Como hasta hace poco Diego Lugano comandaba y Diego Forlán resolvía.
Hoy coincide, como otras veces en que el ídolo futbolístico es el que encabeza el grupo, por merito propio.
El capitán es otra cosa de lo que generalmente se puede pensar.
Lo eligen sus compañeros sin votar.
Lo elige el entrenador sin consultar, solo percibe y “olfatea la interna”.
Tener esa “clase” que no se ve para ser elegido, o ser ídolo, aunque se puede tener las dos virtudes.
Tener clase también, aparte de la futbolística, y para dar un solo ejemplo es hacer lo que hizo Obdulio Varela en 1950; “poniendo la pelota debajo del brazo, luego del gol brasileño y acallar 200 mil personas”……eso es “clase”, también.
Hay “clase” dentro del campo de maneras diferentes, aunque una “atrape” al ojo, mientras que la del brazalete es mas silenciosa, pero justa en el momento de su elección, sin desmerecer a los demás.
Mas esta selección uruguaya “conserva las raíces” de nuestro futbol, en la elección del capitán, así como el querer estar convocado, porque ponerse la de las 4 estrellas es el más alto honor que puede tener un futbolista en este glorioso país, pero también “no hay que olvidar regar ese orgullo todos los días, para que crezca bien”, y el método de elección se remonta a otras glorias.
Como al Truco de 6; las piezas “van tapadas”; como la elección del capitán.
Ya que las especulaciones eran otras con respecto a quien sería, pero el resultado “del boca de urna interno” en Uruguay, no se maneja en otro lado que no sea bien “adentro de la cocina”, no afuera.
El camino a elegir el capitán tiene tanta gloria como la gran calidad de quienes los acompañaron en gestas inolvidables.