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El amor eterno





26 septiembre, 2015
Columnistas

Nino columna

La pelota y el niño en Uruguay tienen una comunión que viene desde bebé.

Cuando uno se enamora es para toda la vida, de lo contrario es que uno quiere y luego deja de querer o no, pero vive queriendo, no llegando amar. Como siempre lo escrito es una visión personal y donde la opinión de los demás también vale y no es una verdad sino que es la mía, habiendo la verdad del otro.

El enamoramiento con el futbol, es desde niño y cuando uno no tiene registros porque la inconsciencia de esa niñez quizás no tenga recuerdos en nuestra memoria por ser tan pequeños y  no haya imagines de nuestro pasado  de lo que hizo uno por “jugar al futbol”;  desde siempre.

La pelota y el niño en Uruguay tienen una comunión que viene desde bebé y cuando el que nos regala la pelota sabe que esta es más grande que nosotros mismos, entonces debe quedar fuera de la cuna.

Para dar una versión cercana a mis tiempos; íbamos creciendo con el paralelismo de la pelota y el “mandado” (vamos a la almacén jugando por la calle), a lo de la tía con la pelota, y así hasta dentro del garaje que tenía en mi casa y donde las paredes limitaban a la cancha de futbol a una caja de fósforos  agrandada.

Ese amor permanente nos hizo crecer, porque después el  “jugar con  los más grandes”, donde te “revolcaban a cada rato”, no te hablaban bien si no pasabas bien  “la globa”, en fin una “universidad” de vida donde te “endurecía” para años venideros.

Después  viene ya el liceo y donde frecuentas la prueba en algún equipo, donde el éxito te hace futbolista, que luego se puede transformar en entrenador. El fracaso de no poder jugar te lleva a pensar que tienes que tener algo que te ligue al futbol, y ahí surgen relatores, comentaristas, árbitros y hasta Presidentes. Hay ejemplos hoy que ex jugadores que se decidieron por estas profesiones y aportan el sentimiento por el futbol a esos nuevos caminos. Pero siempre por estar ligado a algo que se quiere. ¿Porque digo que se quiere? Porque se aprende a amar la profesión que se adopta y el futbol entra  “segundo”. Aunque el “plus” de los ex futbolistas los hacen seguir siendo futbolistas toda la vida; y seguir amando. Y es lógico, valedero, y honesto este camino de cualquiera que lo incursione.

El tener éxito en incursionar “dentro del pizarrón verde” hace seguir con ese amor eterno. Por eso con tal de jugar, quizás no todos, pero una gran mayoría, nos bañamos con agua fría, vestuarios con pisos no adecuados, canchas con poco pasto, y miles de inconvenientes PERO NO NOS IMPORTÓ. Luego vienen las penurias económicas, que ya influyen en la decisión de seguir o no. Muchísimos optan por seguir con el amor de su vida.

Y haces la carrera con “los muchos” y estos ayudan a los “fenómenos” que siempre son menos pero que necesitan de los muchos, porque no es un deporte individual sino que se precisan de compañeros.

Pasa el tiempo y te haces entrenador, donde el amor sigue ligado porque las condiciones (y no todos, pero si la mayoría) tiene los inconvenientes y siguen al “pie del cañón”;   pero NO TE IMPORTA y seguís porque amas el futbol, con la esperanza de LLEGAR. Y tienes una familia que sufre esos avatares, y te acompaña, sabiendo de tu amor, pero quizás no comprendiendo todo lo que sacrificas por el futbol.

Y te haces el “padre” de los cuerpos técnicos, porque de vos depende la situación de los que te acompañan, es decir que le sumas otra responsabilidad a tu vida. Y te haces el conductor de los destinos del club; de los futbolistas, hacia 2 caminos, uno si NO  los conducís bien, u otro donde los catapultas a futuros venturosos, y  sos el responsable ante el público, que es el que sufre o goza. Haces ganar o perder una elección a una directiva, haces que el pueblo se distraiga de situaciones ciudadanas complicadas cuando conducís una selección, cuando ganas;  sos un termómetro humano. Es una realidad. Pero seguís amando ante cualquier adversidad. Tienes que saber manejar “cuando se te paran dos elefantes sobre tus hombros”. Eres el UNICO responsable, y sigues amando.

Hay dentro de los cuerpos técnicos quienes jugaron futbol, y te comprenden un poco más, por tener reacciones parecidas.

La relación jugador y luego ser entrenador viene con el “sello” de ese amor.

Solo escribo del sentimiento; no de condiciones futbolísticas, ni de las condiciones para el futbol desde el lugar que sea. Todo entrenador, no importa si jugó o no, ama al futbol y luego su profesión, y ese es el orden, porque si no se justificaría, algunas cosas que hacemos dejando de lado la lógica.

En cambio, aquellos que nombraba más arriba, que sin ser entrenadores o jugadores y que están dentro del futbol,  aman SUS PROFESIONES, siendo muy legitimo su sentimiento y valedero, hacen  todo por sus profesiones, con un orden diferente de sentimiento.

Como en todo hubo, hay y habrá excepciones de sentimiento  en todas las partes que componen el amado futbol.

Y  también el dirigente, donde yo no lo seria ni por todo el oro del mundo.

En su infinita mayoría dejan muchas cosas por sus clubes, y una gran cantidad son anónimos. Habiendo muchísimos ejemplos de quienes sacrificaron en la historia;  patrimonios personales o paz de vida, porque amaron el futbol.

Luego de tantos años en esto;  el amar y el querer tienen su matiz, y todo tiene su valor, pero ese matiz;  existe.