Rodrigo Castro, su historia de vida
Rodri Castro es uno de esos pibes que por conocerlos nos hacen pensar, contra todo pronóstico informado, que el mundo va a andar mejor. Cuando yo lo conocí, él era el Profe de la Sexta de Defensor y Guzmán Penedo -otro pibe de ésos-, de la Séptima. Rodrigo tiene la capacidad de hacer, preocupándose tanto por todos, que nadie se desilusione. Y ustedes dirán… pero me parece que también esto que nos cuenta es bueno para eso:
Para el 2013 me surgió la posibilidad de ir a trabajar a Ecuador, a un equipo de Segunda División cuyo entrenador era el Pepe Basualdo, que se portó bastante mal conmigo y con todo el cuerpo técnico, desde todo punto de vista, desde que nos defraudó con guita, se hizo el vivo y se salvó él solo. Fue todo mal. Fue una mala experiencia que tuve ahí. Fue todo tan mal que ni siquiera nos hicieron la visa. Todo eso duró desde diciembre de 2012 hasta mayo de 2013 en que volví a Uruguay. Y volví bastante angustiado, descreído de un montón de cosas, pero volví a trabajar en juveniles de Defensor, con el profe Santos, donde yo había arrancado como jugador cuando recién empecé el fútbol y después como preparador físico. En octubre de 2013 me voy a hacer un estudio con un urólogo a La Española porque tenía un testículo inflamado y me dejaron en observación. A la semana me estaban operando porque era un tumor testicular malingno, un cáncer.
Ahí empecé con todos los estudios hasta que me detectaron unos ganglios en el centro del cuerpo y tuvieron que hacerme una operación bastante jodida para sacarme esos ganglios. La primera operación fue en octubre y la segunda el 12 de diciembre. Entonces quedaron unos valores en sangre elevados. Resultó que hubo una parte de esos ganglios que no me sacaron con la operación y empecé quimioterapia en mayo de 2014 hasta agosto, casi cuatro meses. En noviembre el doctor me dio el alta definitiva porque se había eliminado con la quimioterapia los rastros y los valores volvieron a la normalidad.
Lo más lindo que me quedó de todo ese proceso de la enfermedad, fue toda la gente que tenía alrededor y valorar un montón de cosas de la vida de todos los días y disciplinarme en todo lo que es el cuidado personal, el régimen médico para poder cumplir los pasos de la recuperación. Durante todo ese período de operaciones y quimioterapia yo no dejé de trabajar. Seguí haciendo lo que me gustaba, porque era la forma de poder sentirme vivo y sentir que podía seguir haciéndolo me ayudó pila.
Cuando todo se cerró y se mejoró, aprendí a vivir la vida de otra manera, a valorar mucho cada segundo. Seguí viviendo con la misma intensidad pero valorando las cosas desde otro punto de vista.
Defensor me bancó siempre. Jamás me hizo una complicación de nada. Cuando tenía la semana completa de quimioterapia, el Profe Santos y los colaboradores ya sabían que yo tenía que faltar esa semana pero volvía la semana siguiente y si tenía que estar un día estaba uno, si tenía que estar dos estaba dos, pero estaba siempre y ellos bancándome y mucha gente apoyándome. Me acuerdo de alguna pancarta que me hicieron los juveniles para entrar a la cancha, previo a las operaciones y luego previo a los tratamientos. Defensor fue espectacular en toda mi experiencia, por eso estar ahora en la Primera de Defensor es para mí un orgullo muy pero muy grande, es un orgullo impresionante por todas las cosas que viví adentro, primero como futbolista, después como Profe de juveniles y ahora como Profe del Primero.
“Lo anímico es todo”.
Yo soy bastante fuerte de personalidad y de autoestima, pero me di cuenta que tenía que ser más fuerte aún. Por ejemplo, durante el tratamiento prefería ir solo para que nadie perdiera un día de trabajo. Yo iba y volvía solo en mi auto, me sintiera como me sintiera. No quería complicar a nadie. No quería ser dependiente y trataba de hacer lo más normal posible la vida, siempre y cuando pudiera. Después de la segunda operación estuve dos meses con un dolor infernal que no me podía ni mover y ahí, cuando necesité que la gente estuviera conmigo le pedí ayuda, pero después, para todo lo demás, era a fuerza de voluntad, como cuando te tenés que levantar para ir a laburar temprano y hace frío y estás cansado y tenés que levantarte igual. Veía eso, que cada momento tenía que superarlo desde lo anímico, desde lo mental.
¿También en lo negativo? ¿Lo que te pasó en Ecuador te parece que pudo haber incidido?
No se le puede buscar explicaciones a la enfermedad porque por algo es lo que es y tan difícil es su abordaje. Puede haber factores genéticos, puede haber factores anímicos importantísimos y yo pasé momentos de angustia, no solamente por Basualdo sino que hubo también dirigentes que se portaron mal, quisieron pagarme con cheques falsos, un montón de cosas a las que yo no estaba acostumbrado, entonces puede ser que haya repercutido en lo anímico, pero tampoco atribuyo a eso la enfermedad. La enfermedad te toca y le puede tocar a la mejor persona del mundo, a la peor, al más deportista, al menos deportista, al que más se cuida o al que menos se cuida, pero surgió todo en ese momento.
Vos gozás muchísimo con lo que hacés… ¿En algún momento perdiste eso?
Nunca lo perdí. Al revés. Fue mi forma de afrontar las difíciles. Yo decía, “en las buenas todo el mundo me sonríe, todo el mundo buena onda, todo el mundo me felicita, en las malas mi trabajo es lo que a mí me hace bien”. Si yo me quedaba en mi casa acostado y diciendo “estoy enfermo”, yo no salía ni en pedo adelante, porque la enfermedad te ganaba la mente; cuando te gana la mente, perdiste.
Por momentos te desesperás, pero no da para cuestionarte cosas en las que no podés incidir; vos podés incidir en lo que hacés y nunca perdí el amor por lo que hago. Es más, ahora lo tengo multiplicado por mil, porque más allá de la enfermedad, en los momentos difíciles lo que hago siempre me llenó.
Y en ese tiempo mantuviste otras iniciativas personales de hacer cosas…
Siempre. Empecé con un grupo muy reducido de alumnos personales, que entrenaba o grupos al aire libre y uno de mis trabajos más importantes hoy en día son los alumnos que entreno en el gimnasio y nunca me abandonaron, siempre me promocionaron, me dieron para adelante y me da mucha satisfacción, porque trato de terminar siempre en una relación muy estrecha de preocuparme por la gente y ser parte de la vida de ellos también.
¿Qué significó el Profe Santos en esos momentos?
Del Profe Santos me dicen mis amigos que es como si fuera mi abuelo. No solamente en la parte profesional y deportiva sino que él es de las personas que siempre te está protegiendo y fue de las personas que siempre estuvo al lado mío en la enfermedad. Desde el primer día que me fui a internar estuvo y estuvo el día de mi segunda operación, cuando salí de ésa, que fue uno de los días más felices de mi vida. El Profe Santos estaba ahí, al lado mío. Me llama todos los días después de cada partido y cuando puedo voy a ver su laburo y para mí es como si fuera un verdadero padre, dentro del fútbol; él y el Profe Parola son las personas más importantes en las oportunidades que tuve en el fútbol.
Contanos lo del libro del Profe De León
En 2008, cuando fuimos con Guzmán a ver entrenamientos a Buenos Aires, nos hicimos amigos del Profe de Boca, Carlos Borzi y cuando se enteró que nosotros éramos profes de las formativas de Defensor, inmediatamente nos preguntó por el Profe De León y por el libro que había escrito el Profe De León. Cuando volvimos a Montevideo le conseguimos el último ejemplar que quedaba del libro en la distribuidora. Hasta hoy el Profe Borzi nos lo sigue agradeciendo. Carlos Borzi hoy en día es coordinador de los profes de Boca, nos dice que tiene el libro como uno de sus libros de cabecera. Conoce bien el trabajo y la trayectoria del Profe De León, con quien creo que trabajó en Colombia además.
¿Cuáles son tus cuidados actualmente?
Los cuidados de tener más control y testificaciones médicas, que voy a tener que hacer a lo largo de toda mi vida, porque cada tanto tengo que hacerme estudios de sangre y tomografías para llevarle al doctor, a que vea cómo va evolucionando la cosa.
Trato de darle más pelota al descanso. Por ejemplo, si hoy tengo ganas de dormir una siesta, lo hago y dejo las cosas que tengo que hacer. Antes no. Hubo mucho tiempo que me pasaba de rosca. Si ahora me tengo que pasar de nuevo de rosca me paso, pero siempre y cuando lo que esté haciendo lo esté disfrutando. Le hago más caso a mi cuerpo que antes. Si quiero ir a ver a mis sobrinos jugar al fútbol o irme con mi novia para afuera, lo hago, aunque tenga otras cosas que hacer. Nunca me autopresioné y ahora menos.
¿A quiénes querés agradecer especialmente?
A mis padres, a mis hermanos, a mis abuelos y a mis tíos, somos una familia bastante unida, a mi novia, que se llama Carolina, a mis amigos, a Guzmán y a todo mi grupo de amigos, al Profe Santos y a Fernando Parola.