De sanciones y robos afines
Nunca nos quisieron.
Desde aquel momento que le ganamos a Venezuela y nos acercamos al mundial, allí mismo empezaron a calcular qué daño nos podían hacer.
Damos por descontado y lo sabemos todos, que ayudó la acción de Suárez, de la que pidió perdón y la teatralización, condenatoria, de Chiellini,
Claro está que, aún se está discutiendo, si ésta sanción draconiana, sigue su curso sin modificaciones, aunque creemos que deberá ser revisada y discutida en donde corresponda.
Nos sacaron del mundial no sólo los goles de Colombia.
Todo el entorno, esa animosidad declarada de los dirigentes de la FIFA, para con los uruguayos en particular y muchísimo más en Brasil.
No fuimos bienvenidos. Nos lastimaron deportiva y reglamentariamente.
Les confesamos que no esperabámos esa “asociación para decretar destierros”, como el caso del jugador uruguayo.
Es cierto que no se perdió por eso exclusivamente.
Pero una cosa es con el delantero y otra, muy por debajo de nuestras posibilidades, sin él.
Bórrele a Messi a los argentinos, a Neymar a Brasil, a Benzema a Francia y verá cómo les va en la feria.
Acá hubo animosidad, más allá de culpabilidad por una desafortunada actitud del deportista.
Como que estaban esperándonos con la daga bajo el poncho. Esa es la impresión.
Además, el absurdo de no dejar usar las máscaras de Suárez en el juego frente a Colombia, habla de una persecución implacable como incomprensible y alienante.
Están como enfermos ésta gente de la multinacional.
El grado de paroxismo y odio hacia los uruguayos, hacia la celeste y todo lo que representamos parece paranormal.
No sangramos por la herida de una puñalada trapera, eso sí, nos rebelan los traidores.
Intuímos y vimos la saña, esa perversa campaña desde el momento que pudieron y hasta el “festejo”, esto es, cuando estos personajes vieron cómo nos despedía, en la cancha, Colombia.
El acoso, el hostigamiento, fue feroz, como si no alcanzara con Suárez en el exilio.
Los dirigentes, estos oscuros señores a los que se debe tratar “ceremoniosamente”, según sus custodias, al mejor estilo monáquico o de una realeza ya perimida e inexistente, siguen placentera y graciosamente su andar.
Es muy grave. Lo peor es que, bajo su mandato y los lemas mentirosos de juego limpio, de fútbol para la esperanza y demás imbecilidades, se siguen llevando la plata en camiones como si nada, como si nos nos diésemos cuenta de los hurtos y robos, con ventanas de honestidad, intachable moral, dignidad y siguen mentiras varias de oscuro comportamiento.
Ciertamente, esto es repugnante.
Acaso lo sepan, pero no les importa.
Se siguen reuniendo en pomposos congresos de gastos multimillonarios en las Islas Mauricio, como el año pasado, cerquita de las Islas Rodríguez, Agalega, San Brandón o Cargados Carajos …
Mientras tanto …
El bolsillo sigue lleno, siguen organizando circos, conferencias, fastuosas fiestas, recepciones y convenciones, acaso en torno del porqué la pelota sigue siendo redonda …
No sabemos hasta cuando, porque todo tiene su límite. En algún momento alguien iluminado pondrá las cosas en su debido lugar y echará a patadas a estos delincuentes para nada comunes y los obligará a sentir el peso de la ley.
A algunos unos capos ya los “invitaron” a irse porque se iba a descubrir la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el lavado de activos y más acciones delictivas de éstos popes.
No nos fuimos de Brasil, por ellos. Pero la gravosa como insólita sanción a Suárez, los identifica claramente.
¿Quien le diga, que un día, no muy lejano, le soliciten, solemnemente, que abandonen el cargo?.
A sabiendas que no van a la cárcel, sea por la edad, por el acomodo, por la graciosa ausencia de pruebas, en fin …
Eso sí, “con prohibición de entrar a cualquier escenario fútbolístico del mundo”, indefinidamente.
Y que se les investigue la “mordida” de tantos años en la economía del organismo multinacional, para saber si sus cuentas en las Islas Caymán, Seychelles y demás paraísos fiscales, estén ordenaditas por serie y número.
Que se haga justicia.
Es decir, que se sepa la verdad y además promocionar el espíritu del juego limpio, ¿no le parece?
“My game is Fair Play …”, dicen ellos, ¿o no?