Conclusiones finales: vencer con dificultad a los suplentes de Argentina alienta eliminar el “ya clasificamos” antes de jugar con Jordania en noviembre
Uruguay consiguió un trabajoso triunfo ante Argentina 3:2 en un partido atrayente, de ritmo cambiante, cinco goles y varias ocasiones desperdiciadas. La victoria, en caso que finalmente los celestes superen a Jordania y clasifiquen para la Copa del Mundo de 2014, le permitirá a la selección ocupar la nada desdeñable condición de “cabeza de serie”. Como agregado valioso debe señalarse que Luis Suárez, la gran estrella que en la actualidad tiene el equipo oriental, se consagró goleador de las Eliminatorias Sudamericanas superando al astro argentino del Barcelona, Lionel Messi. Hasta aquí, objetivamente reseñada, la valía de los tres puntos conquistados, que brindaron una gran alegría a los aficionados que colmaron las tribunas del Estadio Centenario.
Escribe Atilio Garrido
Otro de los aspectos positivos deben encontrarse en los magníficos diez minutos que exhibió el equipo luego de convertir el tercer gol en una excelente y perfecta maniobra de contrataque iniciada por Gastón Ramírez, acaudillada por Suárez y definida magistralmente por Cavani. De salteño a salteño. De tu a tú. De estrella a estrella.
Tampoco puede dejar de mencionarse el gran trabajo de Cristian Rodríguez. Se recuperó de su desordenada actuación en Quito, dedicó mayor atención a la tarea defensiva para controlar adversarios por la zona izquierda del equipo uruguayo y agregó vitalidad elocuente para lanzarse al ataque, buscando culminarlos con el remate final al arco. Marcó el primero en gran forma y pudo anotar alguno más si la suerte lo hubiera acompañado.
Lo precedente, pensando en los dos partidos próximos y decisivos ante Jordania el 13 y 20 de noviembre próximo, son elementos resaltables que deben ser valorados y que potencian las esperanzas de una clasificación que –insisto- no será fácil, ni “pan comido”.
No debe olvidarse en la evaluación final de lo observado que frente al equipo uruguayo se paró un muy débil conjunto de Argentina integrado en su totalidad con suplentes e, incluso, con varios jugadores que debutaron con la camiseta albiceleste. Es decir, el técnico Sabella utilizó el partido como un “banco de pruebas” para observar valores jóvenes y extraer conclusiones. Por ejemplo, la capacidad goleadora de Maximiliano Rodríguez, el jugador del líder Newell’s Old Boys; la comprobación de la calidad de Rodrigo Palacios y el buen manejo de la pelota de Ever Banega. También la confirmación de las dificultades que tiene el entrenador argentino para solucionar la custodia del arco.
Es decir que Uruguay enfrentó a un conjunto débil, pese a lo cual exhibió enormes problemas defensivos que se agudizaron, tomando en cuenta lo observado el viernes pasado en Quito. En aquella ocasión el déficit se apercibió en toda la franja izquierda del equipo, en lo que refiere a la tarea defensiva. Es decir, falló ante Ecuador la primera contención que Cavani debía realizar a Paredes. Fracasó la oposición que Cristian Rodríguez estaba obligado a desplegar sobre Antonio Valencia. Y Jorge Fucile no hizo pie ante la proyección del otro Valencia que le ganó de continuo.
Ante Argentina los problemas defensivos se agudizaron. Bajó peligrosamente su rendimiento Diego Godín. Decayó Maximiliano Pereira dando la impresión de experimentar un agotamiento peligroso. Diego Lugano se revolvió como pudo resultando el más solvente del fondo, en tanto Jorge Fucille no logró superar lo realizado ante Ecuador.
Si a estas deficiencias agregamos la carencia de marcación en la mitad del campo, el panorama para enfrentar a Jordania debe ser considerado muy serenamente. Es cierto que Walter Gargano aporta mayor balance defensivo y su retorno al equipo puede contribuir a recuperar cierta solvencia.
Jordania está a la vista. Es el último y definitivo paso. Creo que la producción de Uruguay de esta noche ante una modesta formación Argentina integrada por suplentes, arroja conclusiones interesantes y positivas. Tal vez la mayor y más importante comprobación surge de la debilidad del rival. Uruguay no es favorito ante nadie. Leía hoy unas declaraciones de Hugo De León en 1988 luego de conquistar la Copa Libertadores de América y la Copa Intercontinental. Afirmaba que el mayor problema del fútbol uruguayo es la falta de continuidad de los jugadores. La carencia del mantenimiento de una línea permanente de rendimiento. Lo señalaba ese maravilloso jugador que fue De León, en el momento de la gloria mayor. Esa característica, lamentablemente se mantiene. Sólo así puede explicarse que Uruguay haya recibido 25 goles en contra durante toda la Eliminatoria. Sólo así puede justificarse esa impresionante racha de tres partidos ganados al hilo, que habilitaron esta nueva esperanza de llegar a la Copa del Mundo.
Pero… despacito por las piedras. ¡A no creer que enfrentar a Jordania será cuestión de coser y cantar, como sentencia el tango! El fútbol uruguayo siempre tiene problemas cuando llega a un compromiso exhibiendo la condición de “banca”. Los jugadores parecen “desenchufarse” ante la inminencia de un partido que aparece como fácilongo. Ejemplo sobran y existen a puñados. ¿Qué ocurrió ante Costa Rica en el último repechaje? ¿Qué ocurrió con la Sub-20 después de su rutilante triunfo ante España en el mundial Sub-20 cuando enfrentó en el partido siguiente a la modesta formación de Irán? ¡Somos así! Inconstantes. Por ese motivo, la tarea mayor de aquí hasta el 13 de noviembre la tendrá el entrenador Tabárez, para desterrar el “ya clasificamos” de la mente de los jugadores. Convencerlos que jugar ante Jordania es lo mismo que enfrentar a Brasil en la Copa de las Confederaciones, debe ser la consigna. Y en este caso la docencia de Tabárez puede resultar fundamental. Así esperamos…