CONSIDERACIONES PREVIAS: OTRA VEZ LA LEY DEL PÉNDULO RIGE EL ESTADO DE ÁNIMO DE LOS AFICIONADOS
Mientras aguardamos el “clásico” del Río de la Plata, el más viejo enfrentamiento entre naciones diferentes en la historia del fútbol mundial, algunas reflexiones sobre la forma de proceder y pensar de los aficionados uruguayos al fútbol, donde la ley del péndulo está al orden del día.
Escribe: Atilio Garrido
Sentado aquí, en la cabina de la yeta (por el No. 13 con que se identifica), aguardando el comienzo del “clásico” del Río de la Plata, inevitablemente el pensamiento se va en busca de encontrar los motivos de la locura colectiva que se desató a partir del momento en que la AUF colocó a la venta las entradas para el encuentro de esta noche. ¡Algo de locos! ¡Nunca visto en la historia del fútbol uruguayo! Se sabía que Lionel Messi no estaría en Argentina. Que el técnico Sabella brindaba indicios de llegar al Estadio Centenario con una formación de emergencia y debilitada. Pero lo más importante, era imposible prever o vaticinar de antemano la importancia o no que podía tener el cotejo de esta noche. Las posibilidades eran varias. Que Uruguay ganara o empatara en Ecuador –le servían dos resultados en esa emergencia- y entonces sí, el encuentro ante los albicelestes adquiriría característica de final con la gran posibilidad de que los celestes alcanzaran la clasificación directa. Pero, también, podía ocurrir lo que finalmente se concretó. Que triunfara Ecuador, que ampliara su diferencia de goles, que llegara a Santiago para enfrentar a Chile en el último partido “casi” con la clasificación directa asegurada. En este caso –que finalmente ocurrió- el partido de esta noche sería lo que va a hacer… Un partido de mero trámite, antesala de los dos partidos contra Jordania donde estará toda la carne en el asador.
¿Cómo explicar ese estado mental que desató la locura colectiva que “agotó” las entradas en pocas horas. Recurro en un intento de explicación, a la particular forma de ver y sentir el fútbol que tienen los uruguayos de hoy. Dominados por la ley del péndulo juzgan exclusivamente por el resultado. Si se gana, todo está bien, bárbaro, el equipo es el mejor del mundo. Si se pierde, todo está mal, somos un desastre, los jugadores no sirven para nada… Lamentablemente, los uruguayos de hoy somos así.
Encontrándome en Quito, en algunas entrevistas que realizaron colegas de las radios, les recordaba algo que es muy curioso, poco conocido y merece ser desempolvado cada tanto del baúl de los recuerdos. La primera vez que Ecuador llegó a jugar en Montevideo, se registró en 1942 por el Campeonato Sudamericano. Una multitud superior a la de esta noche saludó con un aplauso el ingreso de los visitantes quienes, después, en la cancha, fueron despachados con una goleada de 7 a 1. Le llenaron la canasta. Al otro día, los comentarios de los periodistas de “El Diario” –el más leído con 120.000 ejemplares cada noche- tituló criticando al equipo uruguayo. “El triángulo final mostró flojo rendimiento” (sólo le convirtieron un gol, agrego hoy). “La línea media careció de sincronización con el ataque donde no apareció la solvencia requerida para la emergencia”. ¡Habían convertido siete goles y no gustaron! ¿Se imaginas los ditirambos elogiosos que se volcarían hoy ante semejante tanteador abultado.
La contraposición los dos episodios separados por 71 años de distancia refleja la involución que se ha producido en la mente de los orientales. Aquella del pasado, tal vez demasiado analítica, profundizaba en la observación del juego para luego juzgar en función del espectáculo que brindaban. Esta de hoy totalmente “resultadista” sólo toma en cuenta los números del placard final para –recién luego- emitir conclusiones.
Esto lo comprobé una vez más al retornar de Quito. “¡Qué mal jugábamos!”, “el equipo anduvo muy bajo, nada que ver con los otros partidos”, fueron dos de los miles de comentarios escuchados en la rueda de los pocos boliches que quedan o en la multitud de mensajes que los oyentes vuelcan en las radioemisoras.
A mi juicio –lo escribí desde el estadio quiteño- Uruguay planteó atinadamente el partido ante Ecuador con la misma estrategia apropiada con la cual venció a Perú y Venezuela jugando de visita. La diferencia entre esos dos triunfos conseguidos y la derrota en la altura de Quito, se limitó al bajo rendimiento del sector izquierdo del equipo uruguayo. De haberlo corregido el técnico Tabárez inmediatamente, estaríamos festejando el empate sin goles, que nos hubiera depositado esta noche con otro ánimo y otra tesitura con relación a lo que puede ocurrir en el partido frente a la Argentina.
Pasó el luto por la caída ante Ecuador y… ¡otra vez la ley del péndulo desata la pasión! “Hoy clasificamos directo”, “golea Chile y nosotros le ganamos a los porteños por dos goles y clasificamos”, y así una cantidad más de conceptos en idéntico sentido.
Lo escribo antes del cotejo. La realidad es una sola. Es imposible que Ecuador le marque tres goles de diferencia a Chile; es “casi” imposible que Chile venza por cuatro goles a su rival y es posible que Uruguay pueda generar una victoria trabajosa por cifras estrechas ante este equipo muleto albiceleste.
Claro, se podrá decir que tiro una pálida antes del encuentro. Lo señalé el viernes desde Quito. Era preferible comenzar a pensar decididamente en Jordania, liberar a los mejores jugadores para que retornaran a sus clubes con tiempo suficientes para actuar en sus equipos en la jornada del fin de semana, y planificar con todo para encarar el repechaje como si fueran los dos últimos partidos de la vida. ¡Y no me vengan, como ya comencé a escuchar, que estamos muy por encima de Jordania, que tenemos que ganar allá y acá, que el repechaje es un boleto y no sé cuántas cosas más que no tienen base de sustentación. En todo caso, la única referencia que tenemos de enfrentamientos entre ambos países, no brinda elementos como para tirar manteca al techo. En el mundial juvenil de 2007, con Suárez y Cavani en el equipo celeste que dirigía Gustavo Ferrín, apenas Uruguay triunfo 1:0 ante Jordania en un grupo donde ninguno de los dos pasó a la segunda etapa. Y aquellos jordanos que dieron pelea hasta caer vencidos en forma estrecha, son los mismos que ahora nos van a enfrentar con la enorme ilusión de escribir en la historia del fútbol un batacazo gigante…