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La resignada sonrisa de Markarian




Sergio Markarián había dicho que se encargaría de bajar al árbitro argentino Patricio Loustau del mundial de Brasil.


8 septiembre, 2013
Columnistas

Cuando vi a los peruanos formados para cantar el himno, dije: así de pasados de rosca no pueden ganarle a nadie, no pueden trabajar ningún partido.

A nadie. No ya a Uruguay que un poco de cómo manejar la presión sabe, incluso por errores que cometió en un pasado bastante reciente. A nadie. No hay equipo que arrugue ni se descontrole porque otro esté descontrolado a manijazos. Al contrario, en esas circunstancias cualquiera se rebela, se concentra y se agranda y despliega, como lo hizo Australia en el último repechaje en que lo enfrentamos.

Sergio Markarián

Sergio Markarián

Recordé las declaraciones del técnico de Ecuador, Reynaldo Rueda, previo al partido de la fecha anterior, en que su equipo recibió de local al de Argentina, pidiéndole a la prensa ecuatoriana que lo ayudadara a preparar al público para que sus jugadores pudieran trabajar el partido sin cargar con excesiva ansiedad. Me quedaron grabadas esas declaraciones, porque cuando las leí, imaginé a Oscar Tabárez pidiéndole eso a cierta prensa uruguaya que ese día titulaba “Todo o Nada”. Uruguay, felizmente, jugaba afuera.

El martes juega en el Centenario y contra un rival que es uno de los dos que más han lucido en estas Clasificatorias.

Parte pequeña del éxito de esta selección de Tabárez se debe a que trabaja en un clima de estabilidad aún insuficiente, pero en todo caso mayor a la de alguna época pasada.

Cuando Sergio Markarián le sonrió resignado, como diciendo “esto ya se sabía; no hay nada que hacerle” a la expulsión de Yotún, muchos creímos, en el momento, que era en disconformidad con la actuación del juez pero, pensándolo un poco, se deduce que fue ante el clima que condicionó el pelotazo que le tiró Yotún a Luis Suárez en el suelo, el agarrón y el zarandeo que motivaron que fuese bien expulsado.

El martes le toca a Uruguay trabajar el partido sin excesiva ansiedad ante un rival que en el torneo se ha mostrado superior.