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100 años de Colombes (8)

Asume en AUF el presidente que cambiará la historia. OCTAVA NOTA




Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.


28 julio, 2024
Columnistas Habla la historia

Escribe: Atilio Garrido

 

En el primer año del segundo lustro del siglo XX, el fútbol rioplatense exhibía un desarrollo muy superior al quietismo que experimentaba el de Europa. Los fuertes dirigentes ingleses de la Football Association (FA), el presidente Arthur Kinnair y el poderoso secretario Frederick Wall, se opusieron en 1904 a la fundación de FIFA impulsada por el francés Robert Guerin y el holandés Karl Hirschman. El organismo asumía en sus estatutos la organización a partir de 1906 de la “competencia internacional” en Europa, con un proyectado campeonato a desarrollarse en Suiza. La oposición de los británicos a ese alumbramiento, se basaba porque la Football Association entendía que a ella le correspondía la conducción del fútbol mundial. Una prueba de ese pensamiento que también era realidad, fue la aprobación del comienzo del contacto futbolístico del Reino Unido con el Río de la Plata, a través de la autorización otorgada a los clubes ingleses que se presentaron en Buenos Aires y Montvideo. Ese dominio se materializó en 1906 cuando la Football Association pasó a incluir bajo su tutela a la FIFA, después de las gestiones que llevó a cabo ante los ingleses el barón Edouard de Laveleye, dirigente del fútbol de Bélgica. El barón logró que la Football Association se incorporara a la FIFA. Los ingleses aceptaron con la condición que tomaban el control del organismo, colocaban el presidente, la sede pasaba a radicarse en Londres, y los ingleses adoptarían la decisión de dejar al organismo en estado de lactancia. Inexistente. Se limitaron a realizar como única actividad, la convocatoria anual de un congreso inoperante.

 

Aumenta la competencia internacional

 

En junio y julio de 1906 llegó al Río de la Plata un equipo integrado por 15 jugadores amateurs –en su mayoría británicos– residentes de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Se presentaron como South Africa Football Association. Disputaron nueve partidos en Buenos Aires, uno en Montevideo y otro en Rosario. En el Parque Central frente a seis mil espectadores, el combinado uruguayo cayó 6:1, aunque los aficionados vivieron un momento emotivo entusiasmándose con gritos y “vivas” cuando Gonzalo Rincón a los 27´ convirtió el gol del empate. Diez minutos antes, los visitantes abrieron el marcador con tanto anotado por R. Tyler. Quedó para el recuerdo el debut en el com­binado de Juan Carlos Bertone, Francisco Branda y Cándido Hernández Bentancor, futbolistas de Montevideo Wanderers. El club se fundó en 1902 como una escisión del Albion F.C. liderada por los hermanos Sardeson. Fue el golpe de gracia para el club de Lichtenberger, que fue muriendo lentamente…

 

El paso de los sudafricanos dejó dos episodios históricos. En Buenos Aires, el 24 de junio cayeron vencidos 1:0 ante Alumni F.C., gol marcado por Alfredo Brown. Fue la primera victoria rioplatense frente a los clubes ingleses que llegaron a nuestras costas. El segundo está referido a la continuidad de la excursión del South Africa en San Pablo, disputándose el primer partido internacional de la historia en Brasil. Este episodio viene como anillo al dedo a los efectos de dejar constancia de una realidad hoy olvidada. El fútbol de Brasil sufrió desde siempre el enfrentamiento interno entre San Pablo y Río de Janeiro. No contaban, carecían de un juego interesante, figurando en cuarto lugar detrás de argentinos, uruguayos y chilenos… Después de esta expe­riencia, los brasileños comprendieron que la competencia internacional era una de las vías a utilizar para crecer futbolísticamente.

 

Los diarios argentinos y The Standart en idioma inglés para los residentes britá­nicos, incluían noticias sobre el fútbol. Las revistas también advirtieron una potencial clientela específica. Así nació Sportman, dedicada especialmente a cubrir todas las actividades atléticas y, preferentemente, el fútbol. Su propietario, el deportista argentino Nicanor R. Newton, donó el trofeo para ser disputado anualmente a partir de 1906 por los combinados de Argentina y Uruguay, con una diferencia respecto a la Copa Litpon: los equipos podían incluir jugadores extranjeros.

 

¿Cobrar o no cobrar la entrada?

 

El poderoso empresario uruguayo descendiente de emigrantes españoles, Félix Ortiz de Taranco, integrante de la familia que construyó el palacio aún existente que lleva su apellido, desarrolló los dos siguientes mandatos (1905-1906) al frente de la UAFL. El 30 de junio de 1905 la organización rectora pasó a denominarse Liga Uruguaya de Football (LUF). Clausuró las reuniones en la cervecería Gambrinus. Alquiló un inmue­ble de dos piezas en la calle Sarandí No. 179, instalándose la sede. Luego se trasladó a otro lugar, también arrendado, de mayor porte. Eran tres piezas del bien inmueble de la calle Cerro –actual Bartolomé Mitre– en el n. º 83. Corresponde señalar que la actual “Ciudad Vieja” en aquel tiempo se destacaba como la zona donde residían las familias de clase alta.

 

La temporada de 1907 mostró una novedad en la Liga Uruguaya de Football: el ascenso a la Primera División del popular River Plate F.C. luego de cumplir el exigente reglamento de conquistar tres veces el campeonato de Segunda (1903, 1905 y 1906). Competería al más alto nivel frente al campeón anterior, Montevideo Wanderers, CURCC de la Villa Peñarol, el Club Nacional de Football, Montevideo F.C. e Intrépido F.C.

 

Finalizado el mandato del presidente Ortiz de Taranco, quien anunció que no se postularía a la reelección, provisionalmente asumió el cargo nuevamente Jorge H. Clulow, vicepresidente, manteniéndose Jorge Ballesteros en la secretaría y Emilio Silva Antuña en la tesorería.

 

Entre los diversos problemas que consideraban los delegados de los seis clubes de la Primera División, se discutía acaloradamente un tema que mantenía empatada la decisión. Tres clubes querían sostener el régimen puesto en práctica el año anterior de cobrar a los espectadores por ingresar a las canchas. Los otros tres se oponían radicalmente pugnando por volver al sistema de acceso gratuito. Las reuniones semanales de los delegados transcurrieron sin encontrar una solución. Las partes estaban radicalizadas.

 

Un delegado de veintiún años

 

Avanzada la temporada de 1907 sin fútbol de Primera División, los dirigentes decidieron que la Copa Uruguaya se iniciara con el régimen económico vigente. Sin modificaciones. El activo delegado de River Plate F.C., León Peyrou, debutante en estas lides en el organismo directivo del fútbol uruguayo, moviéndose con prudencia frente a los otros cinco dirigentes encaminó una solución cambiando el giro del de­bate. Planteó resolver primero la elección del presidente de la Liga a efectos de que el nuevo conductor estudiara el tema en la búsqueda de llegar a un acuerdo. Aceptada la ponencia del novel y joven delegado, que sorprendió a sus pares por la cautela y ecuanimidad al no intervenir en los enfrentamientos surgidos por el tema del cobro o no del ingreso a los partidos, Peyrou utilizó el tiempo destinándolo a tejer las alianzas políticas a favor de la candidatura de Héctor Rivadavia Gómez, a quien no conocía personalmente, aunque descontaba que se trataba de un verdadero amante del fútbol.

 

“El asunto del cobro o no de la entrada a los partidos, parecía no tener más solución que un cisma cuando se cortó el nudo gordiano con el ingreso de Héctor Gómez como presidente, hombre de grandes recursos dialécticos y al que me cupo la satisfacción de traer a la dirección del fútbol, y les diré cómo. Sucede que yo actuaba de juez casi do­mingo a domingo y entre las dos o tres filas de espectadores veía con mucha frecuencia sobresalir la alta silueta de aquel llorado amigo. Interpretando eso como un signo de verdadera afición y dado que ya era toda una personalidad distinguida, previa consulta con mis compañeros, le hice ofrecer la presidencia que aceptó con gran beneficio para la institución como para el fútbol mismo”.[1]

 

León Peyrou (Montevideo, 04/09/1884-03/03/1954) tenía veintiún años cuando asumió la delegación de River Plate Football Club. Junto a su hermano desempeñaba la tarea de vendedor callejero de diarios en la aduana. Con catorce años participó de la fundación del London F.C., embrión del futuro River Plate F.C. de cuyo alumbramiento en 1902 también formaron parte los hermanos. León transitó por las aulas de la uni­versidad de la calle. A nivel social, su crecimiento demostraba las oportunidades que brindaba aquel Uruguay por más humilde que haya sido la cuna de nacimiento. Era el fruto de una enseñanza pública en la escuela y el liceo de primer nivel, que además de instruir en valores, formaba seres humanos íntegros para afrontar las contingencias de la vida. En el fútbol, además de jugar en River Plate, desarrolló una extensa trayec­toria como árbitro. En 1920 fue designado director de la Oficina Permanente de la Confederación Sudamericana de Fútbol por decisión del congreso de Valparaíso ante la renuncia de Héctor R. Gómez al cargo. Al año siguiente presidiría la Asociación Uruguaya de Football creándose un torneo donde el ganador se adjudicaba la copa que llevaba su nombre. En 1923 presidió el Colegio de Árbitros de la AUF.

 

Electo diputado, senador y luego designado ministro de Ganadería, militó en el Partido Colorado Riverista fundado en 1913 por el Dr. Pedro Manini Ríos. Constituyente en 1916 y 1934. Director del matutino La Mañana. Nunca se apartaría del deporte. El 1º. de mayo de 1932 en su domicilio de la calle Tomás Diago No. 734 en Punta de las Carretas, junto a sus dos hijos y otros compañeros, fundó el C.A. Bohemios del que fue su primer presidente. Uno de sus vástagos, el arquitecto Oscar A. Peyrou, realizó el proyecto edilicio de la sede actual de la institución (1964).

 

El énfasis que destiné a esta reseña biográfica de León Peyrou tiene plena jus­tificación. En su mente surgió la idea de que Héctor R. Gómez podía ser el hombre apropiado para el momento que vivía el fútbol uruguayo a nivel de lo que ocurría en la cancha.

 

Cuatro votos a favor y dos en contra

 

El jueves 19 de setiembre de 1907, en el extenso orden del día apareció como uno de los puntos la demorada elección de autoridades. Estaban presentes en la sala los representantes de los seis clubes que integraban la Primera División de la Liga.

 

“Con la asistencia de los señores Clulow, Peyrou, Echeverri, Mibelli, Silva y Antuña, Aphesteguy, Allende, Lewis, Penco y los nuevos delegados del Club Nacional de Football, don Juan Carlos Cordero y Jorge A. Ballestero, se reunió la comisión de la Liga. […] Se entra á la elección de presidente y se elige al señor Héctor Gómez, habiendo tenido dos votos el señor Clulow. El señor Gómez es un correcto caballero, y de recomendables prendas personales pero lo que indudablemente extrañará á los aficionados es que háyase prescindido del Sr. Clulow, cuya abnegación durante el tiempo que viene desempeñando la vice presidencia ha sido ejemplar.

 

Sabemos que el señor Clulow declinó el cargo, pero con todo, debió elegírsele sin tener en cuenta sus manifestaciones impuestas por razones de delicadeza. Al final de la temporada cuando ya solo faltaban 2 ó 3 matchs, es una falta de atención con el señor Clulow que ha tenido todo el peso de una temporada agitada como la que termina, bajo su dirección, el no confirmarlo en ese cargo. Para la próxima temporada hubiese sido el caso de proceder á la elección de otro presidente”.[2]

 

El nombramiento de Héctor Rivadavia Gómez para desempeñar la presidencia de la Liga Uruguaya de Football (LUF) se produjo por cuatro votos contra dos, sin especificar quienes lo apoyaron ni tampoco señalar aquellos que se inclinaron por Jorge H. Clulow, aunque es de suponer que uno de los sufragios a su favor perteneció al CURCC, institución a la que estaba ligado.

 

En el centro de la imagen el Dr. Héctor R. Gómez. A la izquierda Núñez Brian y a la izquierda Marfetán. En la revolución de 1904 los tres pertenecían al ejército oficialista del sur al mando del Gral. Pablo Galarza. Excepto Héctor R. Gómez, los otros dos continuaron en columnas de las Fuerzas Armadas alcanzando los grados de general y coronel, respectivamente.

 

La juventud del nuevo presidente

 

Al ser electo, Héctor R. Gómez (Dolores, 13/07/1880-Montevideo, 23/06/1931) tenía 27 años de edad. La trascendencia de este detalle se valoriza con el aporte del dato siguiente. En la historia del fútbol argentino –los maestros de este deporte en América del Sur–, el más joven en llegar a idéntico cargo fue el médico Tiburcio Padilla, vinculado a Chacarita Juniors. Tenía 32 años.

 

Héctor Gómez, en su primera intervención antes de asumir, puso en evidencia un elevado y componedor criterio fruto del desarrollo de su actividad política, vinculado desde su juventud al Partido Colorado liderado por José Batlle y Ordóñez, siendo uno de los protegidos e impulsados por el Dr. Pedro Manini Ríos, forjando ambos una amistad por el resto de sus vidas.

 

Gómez solicitó y logró que su vencido, Jorge H. Clulow, continuara prestando servicios desde la vicepresidencia de la Liga. Idéntica actitud adoptó con el tesorero Emilio Silva y Antuña, quien venía desempeñando esa función desde varias temporadas atrás con éxito destacado en la prensa.

 

“Había cultivado muy buenas relaciones con la mayoría de los señores que compo­nen la Liga Argentina, siendo importantes sus conocimientos en la materia”.[3] 

 

La única innovación que introdujo Gómez también revelaba su astucia políti­ca. Propuso a los clubes, quienes ratificaron su pedido, el nombramiento de León Peyrou como secretario. El acto en sí mismo adquirió características de símbolo, de acción emblemática. Un representante del pueblo, antiguo vendedor de diarios por la calle, de escasa cultura, adalid del club popular a quien se le dificultó al extremo su ingreso a la Liga, alcanzaba un escaño trascendente en el gobierno del fútbol uruguayo con apenas 23 años. Desde ese momento, con cuatro años menos que Gómez, se transformó Peyrou en su hombre de confianza y su compañero inseparable, con amplios poderes para intervenir en todos los temas futbolísticos, con quien compartirá de aquí en más las decisiones relacionadas con la formación de los combinados uruguayos.

 

Nunca antes ni tampoco después, el fútbol uruguayo estuvo dirigido por perso­nas tan jóvenes. Corresponde hacer justicia con aquella época de la vida del Uruguay pujante, confiado en sí mismo y en sus juventudes. El presidente de la República en ese momento, Dr. Claudio Williman, tenía 46 años y su antecesor, José Batlle y Ordóñez, la misma edad cuando en 1903 asumió la conducción del país por primera vez.

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[1] El fútbol uruguayo de 1896. Habló León Peyrou. Una página reproduce la exposición realizada en el Rotary de Montevideo. La Mañana. Montevideo. 23/08/1942:14.

[2] Elección de presidente. La Tribuna Popular. Montevideo. 20/09/1907:4.

[3] La delegación que viaja a Buenos Aires. La Tribuna Popular. Montevideo. 27/09/1907:6

 

Próxima nota: Las pasiones de Gómez y el neto dominio de Argentina sobre Uruguay.