100 años de Colombes (28)
Reconocimiento a dos uruguayos olvidados.
Escribe: Atilio Garrido
Eduardo Gutiérrez Cortinas y el ingeniero José L. Buzzetti fueron los primeros uruguayos que se dedicaron a hurgar en la historia rioplatense de los deportes en nuestro país. Totalmente olvidados en el presente, lo peor algún otro se vistió con ropas ajenas, copiando y atribuyéndose méritos de investigadores, utilizando como propios los resultados de los estudios de Gutiérrez Cortinas y Buzzetti. Desconoció olímpicamente la fuente de donde recogió las conclusiones que hizo suyas.
Con seis años desde la Picada de Tolosa a Montevideo
Fallecido, a tan solo setenta y cuatro días de conmemorar los 102 años de su vida, para Juan Ángel Miraglia el tiempo no existía. A su lado, se tenía una imprecisa sensación de inmortalidad. Nació en la picada de Tolosa, creada en 1903 a dos leguas de la estación del ferrocarril del pueblo Garzón. Desde allá lejos en el medio del campo, en el único modesto caserón solitario del paraje, a los seis años fue enviado a casa de sus tíos en Montevideo con el cometido de cursar el ciclo escolar.
-“Vivían en la zona de la Unión y Maroñas –contó Miraglia en esa ocasión con fluidez que asombraba-. Completé el ciclo en la escuela n.º 97 en 8 de Octubre y José De Bejar, y luego en el liceo de la calle Sierra casi Hocquart, frente al Palacio Legislativo cuya inauguración databa de pocos años antes”.
Miraglia ingresa al diario La Mañana
Las conexiones que su padre cultivó con figuras del Partido Colorado Fructuoso Rivera liderado por el Dr. Pedro Manini Ríos, en cuyas filas militó en Rocha, abrieron las puertas del entonces muy importante estudio encabezado por el conductor político, en yunta con el Dr. Eduardo Tomás Travieso, cito en pleno corazón de aquel Montevideo antiguo en la calle Treinta y Tres n.º 1356 esquina Sarandí.
-“Entré con 13 años de mandadero”, recordaba el centenario protagonista que reía al contar que “Manini me rezongaba todos los días porque yo llegaba tarde. Me trataba muy bien al extremo que lo acompañaba al cine y al teatro, actividad que permitió que evolucionará intelectualmente. Cuando el Dr. Travieso asumió la dirección de La Mañana fue Manini quien descubrió alguna condición en mi persona y le pidió que me llevara al diario, cosa que ocurrió en 1942 iniciándome en el periodismo como autodidacta, porque en aquellos tiempos –y por muchos años más-, no existía el curso en la Universidad y tampoco en las academias privadas”.
En 1946 cubrió el campeonato de las Bodas de Plata del fútbol de litoral uruguayo. Miraglia no olvida esta cobertura: “mi primer viaje a conocer el interior del Uruguay. Viví un mes en Paysandú”. Al año siguiente La Mañana y El Diario resolvieron enviar un periodista a cubrir el campeonato sudamericano en Guayaquil disputándose la Copa América. “Nadie quería ir. Le tenían miedo a los primeros aviones que funcionaban. ¡Eran a motor! El golero Máspoli pidió a los dirigentes viajar en auto. Lo dejaron en Montevideo. Antes de partir Aníbal Garderes de la dirección de la empresa me dijo que lo importante era cubrir muy bien El Diario, porque era el ejemplar deportivo que más vendía. Salimos en barco a Buenos Aires. Una noche. En avión a Santiago de Chile y esperamos tres noches para tomar el vuelo a Lima. Ahí permanecimos dos noches. Al final salimos rumbo a Guayaquil. ¡Siete días para llegar!”.
Enviado especial a los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, desde la ciudad de los Césares viajó a Madrid para asistir a la primera disputa de la Copa Intercontinental de Fútbol entre Real Madrid y Peñarol en el estadio Chamartín. Al retornar Juan Ángel Miraglia fue designado jefe de la sección deportiva del matutino La Mañana.
Miraglia y la historia de los deportes en Uruguay
Hombre de fuertes convicciones, defensor del carácter y el estilo de vida del ser nacional, el conocimiento de otros países antiguos que rinden culto al pasado, Miragllia llevó adelante una tarea trascendente que no ha sido reconocida. Fue una tarea de largo alcance nunca antes realizada en Uruguay. Nada existía escrito sobre el surgimiento y la historia de los deportes en Uruguay.
En 1964 encargó al Ing. José L. Buzzetti y al periodista de La Mañana, Eduardo Gutiérrez Cortinas, acometer la tarea de escribir la “Historia del Deporte en el Uruguay (1830-1900)”. Las notas se publicaron semanalmente en La Mañana. Creativo y visionario Miraglia advirtió que las crónicas contenían información nunca antes llevada al papel, visualizando un futuro libro con ese material.
Una vez finalizada la publicación de la serie de notas en La Mañana, con la colaboración de la Comisión Nacional de Educación Física, cuya vicepresidencia desempeñaba mi padre, se materializó el producto en un libro que “ha venido a llenar un vacío en la bibliografía del país”, escribió en el prólogo el Dr. César L. Gallardo. Basado totalmente en ese texto y con el mismo Gutiérrez Cortinas en la tarea de asesor de la dirección, en 1969 se editó la colección “100 años de fútbol”.
El porqué del proceder de Miraglia
Los motivos que llevaron a Miraglia a actuar de esa forma, impulsando primero que se estudiara la historia de los deportes en Uruguay, y luego legar a la posteridad un volumen con ese contenido, fue revelado al suscrito, autor de estos textos, cuando el protagonista superaba los 85 años de vida.
“En nuestro país –recordó Miraglia-, en aquel tiempo, no se dedicaba ni tiempo y tampoco espacio en los medios de prensa para rescatar la puesta en marcha de los deportes mal llamados menores en Uruguay, y su posterior desarrollo. En 1963 encomendé a Eduardo Gutiérrez Cortinas, que pertenecía al plantel de periodistas del diario matutino La Mañana, cuya jefatura de la sección deportes yo desempeñaba, la tarea de llevar a cabo la investigación. Luego de unos días informó que el Ing. José L. Buzzetti, enterado del tema, quería sumarse a la tarea. Acepté que ambos la realizaran. El resultado de la investigación fue publicándose en notas semanales en La Mañana. Atraídos por el material que revelaba episodios nunca antes difundidos, me tomé el trabajo de guardar las planchas de plomo de cada nota. El gran problema, como siempre ocurría en aquel tiempo al decidir publicar un libro, era la falta de dinero para la impresión. Había que pasar los textos al plomo utilizando los linotipos de las máquinas. El Ing. Buzzetti, profesional de prestigio con muchas obras desarrolladas para los poderes públicos, además de presidente del Club Atlético Peñarol entre 1952 y 1955, recurrió a la Comisión Nacional de Educación Física, entregando una copia de todas las notas, a cada uno de los miembros del organismo: Carlos Urioste, Máximo Garrido y Juan C. García Lago, solicitando el esfuerzo económico para poder imprimir un libro con las mismas. Aprobada la solicitud en 1965 se editó el volumen de 98 páginas”.