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100 años de Colombes (14)

Polémica entre intelectuales y políticos por el fútbol. Manini Ríos responde a Julio Herrera y Reissig. Parte 3.




Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.


7 septiembre, 2024
Columnistas Habla la historia

Escribe: Atilio Garrido

 Avanzando rumbo al final del siglo XIX, transcurridos quince años desde los primeros partidos de football association disputados por los británicos del Montevideo Cricket Club en el “ground” de La Blanqueada, la masificación del juego en la capital del país era una realidad. Se produjo entre los jóvenes de la alta clase social de los británicos, los descendientes de ingleses, hijos nacidos en Uruguay de vientre y/o padre oriental que reaccionaron ante el exclusivismo impuesto por sus progenitores en la práctica del deporte.

 

El otro gran empuje hacia la popularización e introducción del fútbol en los orientales de similar rango y posición económica que los ingleses, se generó en la Universidad de la República, como consecuencia del empuje del rector Dr. Vásquez Acevedo, destacado militante del Partido Nacional, anunciando en 1895 la introducción de este deporte en los planes de enseñanza.

 

 

En los dos años finales del siglo XIX se avanzó definitivamente hacia la popularización del deporte inglés en la población de escasos recursos de la capital del País. Este particular fenómeno de lograr que el football association se introdujera en las clases media y bajas de la sociedad capitalina, se venía gestando localmente en la villa Peñarol. Se produjo allí, al integrarse a la práctica del football association los obreros del ferrocarril y sus familiares en calidad de aficionados, apoyando al club de la principal empresa del Uruguay, para la cual prestaban servicios. Los días en que se llevaban a cabo los partidos en la cancha del ferrocarril en la Villa Peñarol, los empleados y obreros rodeaban el campo de juego en calidad de observadores. Ese pueblo de clase baja, imposibilitado de llamar al juego por su nombre británico, enriqueció el idioma. Nunca más será football association. Lo bautizaron llamándolo de varias maneras: fóbal, fúbol, furbo… Se hizo realidad la definición de que el pueblo agranda el idioma. A partir de aquí, también el autor dejará de lado la terminología británica, a pesar que los ingleses aferrados a sus tradiciones, al fundar en 1900 el organismo rector de este deporte en nuestro país lo denominarán Uruguay Association Football League (UAFL).

 

Mientras el fenómeno de popularización en la villa Peñarol se manifestó a través de una corriente de apoyo de aficionados que concurrían a los partidos que allí se jugaban con participación del club de los británicos ferrocarrileros, en la capital del país se produjo popularización por otra vía, tal vez más positiva. más positiva. Desarrollando el sentido de la imitación los jóvenes formaron cientos de clubes y practicaron el fútbol en canchas que construyeron en diversos puntos de la ciudad, desparramándolo positivamente en otras zonas de Montevideo: Tres Cruces, los Pocitos, la Figurita, Arroyo Seco, la aduana, la Unión, el Prado, Paso del Molino, la cancha de Larrañaga y Rivera camino al Buceo y otras.

 

Más de 68 clubes existían en Montevideo

 

El Siglo hizo mención a este auge del fútbol el 9 de julio de 1899. Comentando la atracción que lograba ese deporte británico, afirmó: “La afición al atlético y viril juego de ‘football’ toma gran incremento en Montevideo, siendo ya muchos los clubs existentes, cuyo número aumenta día á día”.

 

La detenida lectura de las crónicas deportivas de aquel año 1899 permitió construir la siguiente lista por orden alfabético de clubes de fútbol citados por los diarios, dejando de lado los más notorios que se mencionaron en las páginas anteriores. La misma es la siguiente: Abayubá, Agraciada, Alianza, Americano, Artigas, Arroyo Seco, Batulia, Batalla, Bloemfontein, Británico, British, Cerro, Constitución, Cualestmberg, Democracia, 19 de abril, Eastern, Helios, Hércules, Huracán, Independencia, Independiente, Infantes, Internacional, Júpiter, Lavalleja, Libertad, Liverpool, London, Manchester, Montevideo Wanderers, Napoleón, Nelson, Oriental, Patria, Platense, Pocitos, Pretoria, Progreso, Phoenix, Quebracho, Río de la Plata, Rincón, Rivadavia, Rivera, River Plate, Rocha, San Martín, Sarandí, Satélite, Saturno, Sierra, Solís, S2.03.H2, Star, Thames, Titán, Tritón, Triunfo, Unión, Universo, Uruguay, Veloz, Venus, Victoria y Washington. Varios de ellos contaron con apoyo de las líneas de tranvías.

 

El fútbol, la política El Día y don Pepe

 

Al iniciarse en 1895 el último lustro del siglo XIX se produjo otro de los episodios importantes que puede mencionarse como aporte valioso al fenómeno de la popularización y masificación del fútbol. Está referido al involucramiento de la política en el naciente fútbol uruguayo. Ningún historiador de nuestro primer deporte –con la excepción de quién escribe esta serie de artículos-,[1] ha tomado en cuenta esta realidad que surge del estudio y el análisis de los hechos probatorios que los colegas han pasado por alto sin siquiera mencionarlos en sus estudios.

 

Vásquez Acevedo anunció en 1895 al asumir nuevamente el rectorado en la máxima casa de estudios, las reformas a introducir en la Universidad, una de las cuales imponía el cambio de la educación física sustituida por la puesta en marcha del Universitario Football Club. Batlle y Ordóñez que hasta entonces no se había detenido en este deporte que no conocía, resolvió enterarse de qué se trataba, concurriendo a observar los muy pocos partidos que Albion FC disputó en esa temporada, acompañado por los doctores Pablo de María, Mariano Ferreira y el general Eduardo Vázquez. Después de estas asistencias a los cotejos de fútbol, y de haber recogido diversas informaciones, no sólo surgió en Batlle y Ordóñez la idea de competir con el rector con la intención de vaciar de contenido su iniciativa, sino que también al tomar contacto con la realidad que indicaba al club del ferrocarril, de los ingleses, como una gran fuente de poder, resolvió competir en ese plano a través de la formación de un equipo de orientales, apoyado por todo el peso de su diario.

 

Después que Batlle y Ordóñez asistió a los partidos de fútbol recogiendo información sobre el mismo y su expansión en Montevideo, en la redacción del vespertino El Día en la casa de la calle Florida n.º 124 esquina Colonia, se desarrollaban reuniones con otros objetivos. José Batlle y Ordóñez comunicó al codirector, Antonio Bachini, la decisión de introducir en las ediciones del periódico información sobre la escasa actividad del fútbol en 1895 y en el año siguiente. Diseñaron un enfoque diferente al utilizado por los demás periódicos que circulaban en Montevideo. El Día alentó la creación de clubes integrados con jóvenes estudiantes, publicando las noticias una vez que los mismos se pusieran en marcha. ¿A qué obedecía esta decisión de abrir las páginas de El Día las que, salvo en alguna muy rara ocasión, permanecieron siempre cerradas a este tipo de actividad? Don Pepe no sólo comprendió la importancia que el deporte en general adquiriría en el futuro.

 

En 1896 ingresó a la redacción política de El Día el bachiller Pedro Manini Ríos. A través del contacto con el joven a quién Batlle y Ordóñez consideraba de forma especial, después de advertir su elevado grado de inteligencia, entró en conocimiento de que su discípulo predilecto practicaba el fútbol.

 

Primer triunfo de Uruguay en Buenos Aires

 

En este año se registró la excepcional campaña de Albion FC que se mantuvo invicto desde el 26 de abril de 1896, cuando venció 7:4 al equipo integrado por los marineros británicos del buque de HMS Basilisk, hasta el 18 de abril de 1897 al caer vencido 4:1 por los también británicos del HMS Royal Navy.

 

El equipo de Lichtenberger, que vivió en 1896 el mejor año de su vinculación con el fútbol, permaneció invicto durante 18 compromisos, que incluyeron nada menos que los primeros triunfos de la historia del fútbol uruguayo en Buenos Aires. Albion FC venció 4:1 al Retiro FC y 5:3 al poderoso Belgrano FC los días 15 y 16 de agosto de 1896 en la vecina orilla.

 

Siguiendo de cerca la actividad del fútbol, sin duda alguna que por orden expresa de Don Pepe Batlle, el diario El Día en 1896 aumentó los espacios destinados a la difusión del fútbol en Montevideo. Resulta interesante y necesario reiterar que la temporada del fútbol en la capital del país, se desarrollaba desde el mes de abril hasta setiembre incluido. Al culminar la actividad las noticias del fútbol no existían, desapareciendo por lo tanto de las páginas de los periódicos. Las transferencias de jugadores no se conocían. Los jugadores cambiaban de club por propia determinación. Esto determinó que paulatinamente los mejores jugadores fueran contactados directamente por otras instituciones, ofreciendo diversos beneficios por sus servicios. En el último lustro del siglo XIX esta práctica novedosa no impedía, que los futbolistas defendieran diversas camisetas durante la temporada.

 

El CURCC de la Villa Peñarol, cansado de la superioridad de Albion FC a lo largo de la historia iniciada en 1891, entendió que la poderosa empresa privada más importante del Uruguay, que explotaba el servicio del ferrocarril, no podía aceptar el papel de permanente segundón en el plano futbolístico. La empresa decidió disminuir el poderío de su rival superior. En 1897 el capitán de Albion FC, H.E.A. Craven; Buchanan, el gran jugador de aquel tiempo y Stewart, defendieron al CURCC, en un partido frente al club de Lichtenberger. Luego retornaron al Albion FC para defender sus colores frente a los británicos de uno de los buques ingleses surtos en el puerto de Montevideo.

 

En esos dos años transcurrido, los de 1896 y 1897, El Día fue aumentando los espacios destinados al fútbol durante la temporada (abril a setiembre), con una particularidad. Volcó su apoyo al club de Lichtenberger, determinando así su contrariedad con la institución de los ingleses del ferrocarril. Se mantuvo de esta forma la línea editorial antibritánica que sustentaba Batlle y Ordóñez. Además, los comentarios futbolísticos de El Día, comparados con los otros diarios, sobresalían por su contenido diferente, enfocando y destacando principalmente, la característica de que Albion FC pertenecía a Montevideo, integrado en su mayoría por jugadores nacidos en Uruguay. Vamos a un ejemplo.

 

“Los montevideanos, es decir los del Albion, aunque no estaría impropiamente dicho de la primer manera (sic), pues hay entre ellos muchos orientales, supieron corresponder á (sic) la simpatía de la concurrencia; à (sic) su fama de hábiles y esforzados jugadores; y á los favorables pronósticos que sobre su victoria se hacían. Un triunfo expléndido (sic) coronó sus esfuerzos, y aplausos estruendosos lo saludaron dignamente. (…) Ramsay, el jóven forward, uno de los mejores deel cuadro, echó la pelota de un cabezazo a la valla, en medio de las aclamaciones del público, ganando así el primer tanto; el segundo por el impetuoso Buchanan, el ferrocarril como lo llaman sus partidarios, por la velocidad que le imprime á (sic) la pelota cuando cae bajo sus pies; el trcero por Poole, el hábil capitán, siempre oportuno en repartir la pelota entre los de su team; el cuarto por Craven que ayer estuvo seguro y veloz; y el quinto, por Buchanan también que ayer se cosechó la mayor parte de los aplausos. Dignos de mencionar son también Stewart, que estuvo insuperable; Lichtenberger y Adam”.[2]

 

1898: Batlle y Ordóñez decide fundar un club de football

 

Transcurridos los años 1896 y 1897 en los que el fútbol se introdujo definitiva y totalmente en los hogares montevideanos, derramándose la naciente pasión por el fútbol, primero desde los de clase alta de los residentes británicos; luego a los de elevado rango social de las familias uruguayas patricias, y finalmente a las medias y bajas de los habitantes de Montevideo. Será en esta última rama de la población el lugar donde surgirán los jugadores más notorios, desfachatados, quien de una manera u otra recibirán retribuciones por su talento para defender tal o cual camiseta.

 

Advirtiendo Batlle y Ordóñez esta realidad que, como se ha señalado precedentes, llevó a que en los interesantes espacios destinados en El Día durante la temporada de fútbol, estableciera la distinción entre “montevideanos” e ingleses. Además, ingresado el año 1898 y acercándose el comienzo de la temporada futbolística en abril de ese año, Don Pepe, como denominaban al líder del Partido Colorado, también consideró que al acercarse el final del decanato del Dr. Vásquez Acevedo en la Universidad, el rector de cualquier manera pondría en marcha el Universitario FC, cumpliendo así lo anunciado en 1895. Este cóctel llevó a que Batlle y Ordóñez, un excelente táctico político, decidiera fundar un club de fútbol integrado por estudiantes uruguayos. La nueva institución contaría con todo el apoyo del diario El Día. Además de vaciar de contenido al anuncio del rector Vásquez Acevedo que formaría un club en la Universidad, la finalidad perseguida, era que el equipo del diario El Día, integrado por los universitarios sobresaliera en la cancha, constituyéndose en rival potente del CURCC el club de los ingleses del ferrocarril.

 

Sin pensarlo y también sin tenerlo en cuenta, la resolución adoptada que encontraba muy débil a Albion FC, ocasionará el paulatino descenso del poderío del equipo de Lichtenberger, hasta que en 1902 la decisión adoptada por los mejores jugadores abandonando al club, Para fundar Montevideo Wanderers FC, se constituirá en el tiro del final…

 

Batlle y el Montevideo Football Club

 

El mismo líder político eligió el nombre de la nueva institución que dispuso poner en marcha. No podía ser otro que Montevideo Football Club. Esa denominación representaba todo un símbolo para quién adoptó la decisión. Montevideo era la capital del país. A otro nivel y desarrollando otra actividad, existía desde el viernes 1.º de julio de 1892 otro club con ese nombre. Era una institución de carácter político que agrupaba a todas las figuras del Partido Colorado.

 

“Se inauguró con gran pompa el Club Montevideo –informó The Montevideo Times-, encontrándose entre los asistentes el presidente de la República [Julio Herrera y Obes], ministros, legisladores e integrantes de la alta sociedad del país”. Esta institución nucleó desde su puesta en marcha a las figuras más destacas del Partido Colorado. Entre la nómina de sus 189 socios “se procedió a la elección de la Comisión Directiva Nacional” de la colectividad, anunció El Siglo el 27 de agosto de 1893 publicando íntegramente la nómina de todas las personalidades que componían la misma. La encabezaban José Ellauri, Tomás Gomensoro, Lucas Herrera y Obes, Máximo Tajes, José L. Terra, Juan Idiarte Borda, Eduardo Chucarro, Duncan Stewart y las más altas personalidades políticas del Partido Colorado. José Batlle y Ordóñez figuraba en el lugar setenta y nueve.

 

Montevideo era, también, el bastión político del partido Colorado. Sus hombres sentían a Montevideo como propio. Más allá aún, entendían que el país todo era Montevideo. A tal grado llegó está pretendida simbiosis que, en una de las reuniones de la Convención Nacional Constituyente de 1916, con la tarea de redactar la nueva carta magna del país, varios convencionales del partido Colorado propusieron que el nombre del país fuera el de República de Montevideo. Montevideo era la sede de las Fuerzas Armadas, del ejército de línea que combatió contra la revolución de las lanzas, acaudillada por Timoteo Aparicio (1870 – 1872), y el entonces muy fresco levantamiento en armas del año anterior (1897), liderado por Aparicio Saravia. Montevideo era también –en el pensamiento de Batlle y Ordóñez-, la capital del país desde la cual gobernaría en ejercicio de la presidencia de la República, con la firme decisión de desarmar todo el andamiaje montado por el capital británico, sustituyéndolo por “la creación de un Estado fuertemente intervencionista [que] creó monopolios, estatizó servicios esenciales, fomentó empresas públicas, creándolas o estatizando las que ya existían”.[3]

 

La importancia de Pedro Manini Ríos

 

Batlle y Ordóñez tampoco se equivocó en la elección del líder que trasladaría a la realidad su pensamiento. Conociendo desde 1896, cuando ingresó a la redacción política Pedro Manini Ríos que el joven bachiller era un entusiasta jugador de fútbol, encomendó y puso sobre sus hombros el desarrollo de la misión.

 

Con referencia a la vida de Pedro Manini Ríos, el autor de estas notas entrevistó a Juan Ángel Miraglia el 9 de octubre de 2018, cuando contaba con noventa y seis años de vida. Las conexiones que su padre cultivó con figuras del Partido Colorado Fructuoso Rivera liderado por el Dr. Pedro Manini Ríos, en cuyas filas militó en Rocha, abrieron las puertas del entonces muy importante estudio encabezado por el conductor político, en yunta con el Dr. Eduardo Tomás Travieso, cito en pleno corazón de aquel Montevideo antiguo en la calle Treinta y Tres n.º 1356 esquina Sarandí.

 

-“Entré con 13 años de mandadero -recordaba el centenario protagonista-, “Manini me rezongaba todos los días porque yo llegaba tarde. En algún momento Manini recordó que él jugaba al fútbol entre los pataduras de aquellos tiempos de los comienzos de lo que era el fútbol entendido por gente que recién llegaba a tomar contacto con una cosa desconocida, y parece que en uno de los partidos recibió un golpe en un testículo que lo tuvo mal. Desde luego, seguramente producto de alguna especie de brutalidad para la época esa donde el juego era violento y eso lo llevó a desistir de continuar jugando al fútbol. Antes esa experiencia de su época de muchacho, contaba que de niño iba a presenciar los partidos, acompañado de otro muchachito de su misma edad. Manini decía que se sentaba en la cuerdita, en el piso. La cuerdita era la que se ponía alrededor de las líneas demarcatorias de la cancha para que los espectadores no pasaran más allá de ella. Se sentaba en la tierra junto a la cuerdita, porque tampoco existían las tribunas. Decía que regularmente iba a ver los partidos de Nacional y los de Wanderers”.

 

01/07/1898: Fundación del Montevideo FC

 

Determinado el rumbo a seguir, Pedro Manini Ríos inició las gestiones en busca de concretar la idea de Batlle y Ordoñez. Siguiendo sus directivas logró entusiasmar a un grupo de compañeros universitarios. Entre los de mayor edad se destacaba Sebastián Puppo por sus buenas dotes de centre forward. Futuro abogado destacado, magistrado de fuste y partícipe de los postulados del batllismo en cuya juventud inició su militancia que culminará años después al ser electo diputado. Existía, además, una gran afinidad entre Manini Ríos y Puppo, debido a que ambos estaban de novios con dos de las hermanas cuyo padre era el famoso Rodríguez, terrateniente del departamento de Cerro Largo, conocido por el seudónimo de “Lagrimita”.

 

En el núcleo de los menores, con quince años recién cumplidos se destacaba Atilio Narancio[4] por la ambición que irradiaba su corpulenta talla física. Estudiante de preparatorios de medicina reparaba en la personalidad de Manini especialmente por la estrecha cercanía con Batlle y Ordóñez, lo que allanó su futura incorporación a los grupos juveniles batllistas. Entre los demás asistentes del mismo perfil figuraban Melitón Romero, Jorge Ballestero, los hermanos, Oscar y Alfredo Ferrando Olaondo, Juan Carlos y Ramón Negro y Enrique y Jorge Dieux, Tell Molinari, Ricardo Mezzera, Adolfo J. Barreiro, Antuña, Alberto G. Dupont, E. Valles, Santiago Calcagno, Germán Arímalo, A. Rocca, Antonio Laterza, Luis Balparda, Francisco Serra, Jaime Gianetto, Juan Grechon, los hermanos Francisco y Juan C. del Campo, Arístides y Aquiles Ferriolo y Andrés y Raúl Álvarez, Joaquín Baltar, José Urta Scola, Orestes Sciutti, Juan Caballero y Vicente Sobredo. Llegado el momento de elegir el color de la camiseta no hubo ninguna discusión. ¿Cuál debería ser? Imposible no adivinarlo. Por supuesto, el colorado.

 

Las conclusiones precedentemente establecidas son el resultado del análisis de la muy diversa documentación que obra en poder del autor. Obviamente que, entre los papeles existentes, el mayor elemento probatorio surge al recorrer las páginas de El Día. A pesar del tardío alumbramiento de club integrado por universitarios, cuando ya transcurría casi todo el cuarto mes de la temporada futbolística de 1899, el primer artículo del diario de Don Pepe, donde se anuncia la fundación de Montevideo FC, deja bien en claro la simbiosis que existía entre Batlle y Ordóñez, Manini Ríos y la flamante institución futbolística.

 

“Hubo ayer en la cancha del Albion dos partidos de football. El primero entre el segundo team de aquella sociedad y el American Football Club. En el segundo que fue el de importancia, disputaron el triunfo el primer cuadro del Albion y el de los marineros que forman parte de la cañonera inglesa ‘Swallows’. Cada bando se adjudicó dos goals.[…] Las otras sociedades jugaron mucho en el día de ayer. Hubo partidos en Punta Carretas, Pocitos, Figurita, Paso Molino, etc. En el primero de los lugares nombrados jugaron los seis clubs que hay allí organizados. En el ‘Montevideo Football Club’ de fundación reciente se jugó un match animado entre sus socios, que han hecho en poco tiempo grandes progresos”.

 

Todos los artículos siguientes hasta la culminación de la temporada en setiembre, presentaron la positiva imagen del progreso de la nueva institución cobijada por El Día y el Partido Colorado. Este párrafo marcó el inicio de una decidida campaña de apoyo a Montevideo FC.

 

Analizado el texto fríamente la información se refiere a una simple práctica de fútbol entre amigos que pusieron en marcha una institución, idéntica al centenar que se iniciaron con mínima trascendencia en la prensa.  La realidad indica que estas breves líneas marcaron el comienzo, la puesta en escena del club constituido con el objetivo de formar un poderoso equipo de fútbol.

 

No se exagera y tampoco se falta a la verdad si se afirma que, en esa fecha señalada, del 1º de julio de 1898, se sentaron las bases de la puesta en marcha del Club Nacional de Football. Ya habrá tiempo y ganas, de dejar en evidencia que la fecha en que esa institución festeja su creación -14 de mayo de 1899-, pertenece a un falso relato creado en 1924, cuando por primera vez se escribió la historia de Nacional. Asimismo, queda bien en claro que Pedro Manini Ríos fue el adalid y constructor de la puesta en marcha de esa institución, hoy conocida como tricolor.

Reproducción de la primera página de la edición inicial de “La Revista”, la publicación de
Julio Herrera y Raissig. Apareció por primera vez el 20 de agosto de 1899, conteniendo un duro ataque al fútbol, cuya expansión en Montevideo resultaba notoria.

 

 

Pedro Manini Ríos defiende al fútbol

 

El destaque personal que Batlle y Ordóñez destinó a Pedro Manini Ríos integrándolo al estrecho grupo que armó el caudillo, especie de las actuales “mesa chica” que se organizan como círculo de poder en las más diversas actividades, sumado al nivel intelectual que reflejaban sus artículos, y ésta decidida intervención que lo llevó a fundar Montevideo FC, potenció su exposición pública, así como también su instalación en la cúpula del batllismo de Don Pepe.

 

No extrañó, entonces, que Pedro Manini Ríos asumiera la defensa del football association, saliendo al cruce y enfrentar al prestigioso Julio Herrera y Reissig. La afrenta del famoso y joven poeta le dejó la pelota picando a Pedro Manini Ríos. Redactó una enjundiosa nota defendiendo al fútbol, enviándolo para su publicación al prestigioso hombre de letras. El 5 de setiembre, en el segundo número del quincenario de la publicación que dirigía Julio Herrera y Reissig, se incluyó la siguiente respuesta con su firma:

 

“El Director de LA REVISTA, nos obliga, contra nuestro deseo, á responder á su atenta circular, colaborando con su interesante publicación. Hubiéramos preferido conservarnos en el silencio y en la uniforme opacidad de los modestos quehaceres cotidianos. Indudablemente que no por ese espíritu de adusto retraimiento, signo presuntuoso de la estultez intelectual, con que se han galardonado muchas de nuestras inteligencias inéditas; pero si por una convicción personalísima, referenciada por observaciones diarias, que nos dice que poco valemos ahora, que quizás no valdremos nada en el futuro, y que es mucho mejor resistirse a las sujestiones de exhibicionismo, para no confundirse con esa desgraciada turba de incipiencias enfermizas, de precocidades barullentas, de mendicantes intelectuales que revolotean eternamente alrededor de la misma frase, y que empalagan siempre con la misma rima…

 

Al señor Herreira y Reissig –que, dicho sea de paso, une a brillantes condiciones propias, genialidades de estirpe-, se le ha antojado que nuestra juventud debe descuidar su físico degenerado y misérrimo, para gozar del concubinato con sus musas ideales…

 

Y todavía haciendo un juego de palabras original y bonito, trata de ridiculizar esa noble inclinación que hacia los juegos atléticos está surgiendo en nuestra muchachada. Nosotros opinamos en sentido diametralmente opuesto. El football, como cualquier otra institución análoga, estará desprovista para el espíritu superficial de nuestra raza, de toda cualidad estética, y podrá parecer algo materialmente grosero para el atroz subjetivismo de nuestra ambulancia literaria.

 

No lo entiende así una raza, que tendrá menos exhuberancias de imaginación, y menos osadías caballerescas que la nuestra; pero que nos aventaja en su mayor espíritu científico y en sus más grandes conquistas positivas; ni hablan así las últimas conclusiones de la ciencia, ni la historia de las grandes hegemonías del pasado, ni la voz profética del porvenir.

 

Por otra parte, no podemos comprender cómo es que pretende que crezca y se desarrolle el vigor intelectual de nuestra muchachada, cuando la mayor parte de ella prolonga sus días á remiendos; cuando todas las vivencias del espíritu, y todas las concepciones de la mente se debilitan y agostan, y acaban por ceder ante las exigencias de un organismo enclenque y raquítico.

 

Los estudios fisiológicos de los últimos tiempos, demuestran con pruebas concluyentes que los fenómenos orgánicos y los fenómenos intelectuales guardan concomitancia recíproca. Si el cuerpo es sano, si se encuentra en sus condiciones normales de robustez, claras, precisas y vigorosas serán las manifestaciones mentales. Toda irregularidad orgánica, todo estado patológico de la fisiología del individuo señala un tropiezo paralelo en las funciones de la inteligencia. ¡Predíquese con esto a nuestros jóvenes, de suyo desidiosos, que abandonen los ‘footballs’ y los gimnasios, y se entreguen a las vanas superfluidades de la literatura!

 

Sin tener las ideas y los conocimientos avanzados de los contemporáneos; sólo con esa poderosa intuición que de sus destinos han tenido siempre las grandes sociedades, los griegos supieron hermanar á su inmortal condición de pueblo sabio la heroica condición de pueblo fuerte. En la actualidad, la gente sajona, con menos grandeza de sentimientos, pero con mayor robustez de criterio que nosotros, fija la fortaleza indiscutible de la raza, en los innumerables juegos atléticos con que educa á su juventud. Pueblo profundamente práctico, rigurosamente moral, suplanta garitos, casinos y plazas de toros, con canchas de football y club de remeros; y mientras nosotros vemos caminas a pasos inciertos por nuestras plazas, esas precocidades macilentas y anémicas, como espectros ambulantes de nuestra chifladura literaria, ellos crean soldados viriles para la patria, y robustas generaciones para la sociedad.

 

El talento es patrimonio de unos pocos; la fuerza, de todo ser animado, hasta la última gradación de la escala zoológica. Aquel es innato, la otra adquirida. El primero superfluo, para las necesidades inmediatas del individuo; la segunda, imprescindible para su conservación y desarrollo.

 

Nadie niega la evidencia de lo dicho; pero lo curioso es que, entre nosotros, todos se creen privilegiados, y poseídos de geniales condiciones innatas. Nuestra caterva literaria, rasgo patológico de una sociedad enferma, aumenta por días, y entre tanto los gimnasios mueren de inanición, se engrosa á cada hora con algún neófito, esos grupos de infelices degenerados que luchan y se denigran mutuamente, como habitantes de un conventillo, que en tal lugar son dignas de habitar las musas de muchos de nuestros escojidos”(sic).[5]

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[1] Atilio Garrido. 1891 -1913 El final de la polémica. Henderson, Batlle y Ordóñez, Manini Ríos y Vásquez Acevedo. Editorial Sudamericana. Primera edición. Setiembre 2021.

 

[2] Albion 4 HMS Beagle 2. Parte de la extensa crónica de El Día. Montevideo, 26/05/1897.

 

[3] Lincoln R. Maiztegui Casas. Caudillos y Doctores. Tomo V. Editorial Planeta. Montevideo. 2015:57-58.

 

[4] Atilio Narancio (03/07/1883 – 22/02/1952). A través de su vinculación con Pedro Manini Ríos no sólo participó en la fundación del Montevideo FC y el Club Nacional de Football sino que también conoció a José Batlle y Ordóñez en cuyo sector siempre militó. En el fútbol integró el consejo de la Liga, presidió al Reformers FC, estuvo vinculado a Capurro FC y al estallar el cisma fue colocado por Batlle y Ordóñez como 1er. vicepresidente de la AUF junto con su hijo –César Batlle Pacheco- en calidad de 2do. Vicepresidente. Asumió temporalmente la presidencia de AUF en 1924, viajando a Estado Unidos a comienzos de junio de donde retornará en diciembre, renunciando en 1925. Presidió la Comisión de Selección en 1930. Volvió a Nacional como presidente (1934 y 1939).

 

[5] Pedro Manini Ríos. “En defensa del football”. La revista. n.° 2, 05/09/1899:33-35.

 

PRÓXIMA NOTA: The Uruguay Association Football League.