Exclusivo: Visita llena de nostalgia
Por Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González
La historia gloriosa del “milagroso” fútbol uruguayo, se ha nutrido de gran cantidad de jugadores extranjeros. A su vez y merced al desempeño de esos emigrantes del fútbol que llegaron a nuestra tierra, se han construido leyendas en país que medio siglo atrás no existían en el mapamundi de la geografía del fútbol. Es el caso de Alberto Pedro Spencer Herrera, según consta en su partida de nacimiento expedida en la ciudad de Ancón, de la Provincia Santa Elena, sobre el Océano Pacífico.
Pueblito petrolero perdido en el mapa, hasta allí llegaron en 1911 los ingleses de la compañía Anglo Ecuadorian Oilfields Limited, perforando el primer pozo. De la unión furtiva de uno de esos británicos con una indígena, el 6 de diciembre de 1937, nació un negrito delgado, con flexibilidad de junco y velocidad de rayo que en la noche tormentosa surca el cielo.
El fútbol ecuatoriano rompía el cascarón, metiéndose a fuerza de goleadas en contra, en la geografía de América del Sur. Argentina le ganó 12 a 0 y Uruguay 7 a 0 en el Campeonato Sudamericano de 1942, cuando Spencer contaba con sólo 5 años. ¿Quién podía pensar que esta tierra petrolera de Ancón pariera un fenómeno del fútbol? Es que la magia de este deporte es así. El juego más democrático del mundo, donde sólo llegan a la cumbre del Olimpo aquellos que se destacan por condiciones propias, sin importar otra cosa que la magia para jugar…
Aquel moreno fino como un alambre, de salto ágil como una pantera que busca su presa, vio una pelota de fútbol, se entusiasmó y corrió tras ella. Era tan ligero que al poco tiempo debutaba con la camiseta del modesto club Los Andes de su ciudad natal. No paró de correr. Ingresó al Everest de Guayaquil. Tenía 16 años. En 1953 debutó en primera división con esa institución. A los 20 años –en agosto de 1958- jugó un cuadrangular para inaugurar una de las tantas remodelaciones que tuvo el Estadio Modelo de Guayaquil, cuyas obras comenzaron en 1947. En ese torneo defendió al Barcelona, jugando frente a Emelec, Huracán de Buenos Aires y Peñarol de Montevideo.
Hugo Bagnulo, aquel inolvidable entrenador y mejor persona, dirigía a Peñarol. En el preliminar, el día del debut aurinegro, observando el juego, vio como Spencer convertía un gol “saludando la bandera”, como Hugo definía a ese gestó técnico de saltar más alto que el back y meter el frentazo moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, haciendo picar la pelota para impedir la acción del golero. A su lado estaba Hohberg y le comentó la incidencia.
Lo llamó al Hotel, le plantearon ir a jugar a Peñarol, dijo que sí y… por diversos problemas que no vienen al caso, el Cr. Guelfi, presidente de los aurinegros, lo vino a buscar en enero de 1960.
Si revelamos con detalles el “descubrimiento” de Spencer, es porque muy pocos lo conocen y, lamentablemente, en los medios tecnológicos de hoy –por ejemplo Wikipedia refiriéndose a este caso- escriben cualquier cosa que nada tiene que ver con la realidad.
Lo demás, lo ocurrido a partir del 20 de marzo de 1960, cuando Spencer participa en la final de la Copa Uruguaya de 1959 disputada entre Peñarol y Nacional, es más conocida y veraz.
Estar en Guayaquil y no ir a ver el Estadio Modelo que hoy lleva el nombre de Alberto Spencer en su homenaje, es como para los católicos ir a Roma y… no darse una vuelta por el Vaticano.
Y esta mañana allá fuimos hasta el escenario donde Hugo Bagnulo descubrió a Spencer. Un estadio identificado directamente con la gloria del fútbol uruguayo. Y no sólo por el recordado Alberto…
En diciembre de 1959, cuando se terminó definitivamente la construcción del Estadio Modelo, para inaugurarlo, la CSF le concedió a la Federación Nacional de Deportes de Ecuador (FENEDOR), la organización de un Campeonato Sudamericano Extraordinario. Será la única vez que en toda la historia del torneo, se disputarán dos certámenes continentales en un mismo año.
Quiso el destino que a Ecuador lo dirigiera Juan López, el DT de 1950 y a Uruguay el “Nino” Corazo. El debut de los celestes fue ante Ecuador con… Spencer. Lo marcó el “Cacho” Silveira que le pasó la goma de borrar y no le dejó tocar la pelota. Siempre recordaba “Cacho” que “Alberto no sobresalió. No era en ese momento la figura de Ecuador, cuyo equipo era muy pobre”. Uruguay ganó 4 a 0 y siguió de largo, consagrándose Campeón Sudamericano.
Pero… en ese torneo y en esta cancha, Uruguay le ganó 5 a 0 a Argentina. Otro motivo para convertir en monumento histórico a este escenario. ¡Nunca más a nivel de mayores le cantamos lotería a nuestros hermanos!
Así, con el recuerdo de Spencer, hilvanamos a los héroes de aquel equipo Campeón Sudamericano de 1959 dirigidos por el “Nino”. Roberto Sosa (Nacional), Horacio Troche (Nacional) y Alcides Silveira (Sud América); Mario Méndez (Sud América), Ruben González (Nacional) y Juan Carlos Mesías (Nacional); Domingo Pérez (Rampla Jr.), Mario Bergara (Racing), José Sacía (Defensor), Vladas Douksas (Rampla Jr.) y Guillermo Escalada (Nacional). Como se permitían los cambios, recordamos que uno de los que alternó fue Víctor Homero Guaglianone (Wanderers).
Hoy el Estadio Modelo de Guayaquil, Alberto Spencer, está dedicado al fútbol de la Provincia del Guayas, identificada con sus colores azul y blanco con los que está pintado el escenario. En su pista de atletismo se entrenan los jóvenes guayaquileños que sueñan con Usain Bolt.
Vaya así, nuestro recuerdo para Alberto, que se fue hace ya once años, el 3 de noviembre de 2006, en Cleveland, Ohio, después de haber sufrido un infarto meses antes en Montevideo.