La receta desde adentro de la cocina
Hace unos días se realizó una campaña, con la intención de recoger a quien consideraban los hinchas de nuestros grandes para sustituir a los capitanes de ambos equipos que quedaron vacantes ante la ida de “Tony” Pacheco y “Chino” Recoba respectivamente.
Hubo encuestas públicas en medios de prensa escritos.
La encuesta marca una tendencia pasional y se vuelca públicamente con todo el fervor de quienes son los que sufren o disfrutan más que nadie.
Pero la realidad marca que a la hora de elegirlo, el “vestuario, la cancha y el propio plantel (muchas veces sin que se pronuncien públicamente)” son los votantes.
Muchas veces el capitán no es elegido por ser el “malabarista” del plantel, o el que por su capacidad goleadora; “hace cobrar al resto del plantel con sus goles”
El entrenador que siga las pautas de una encuesta quizás, no encuentre el camino, de la misma manera que hay que ser “impenetrable” a presiones externas, pero ser justos, coherentes y con personalidad para tener al “guía” de su plantel en momentos “álgidos” o de festejos que pueden “perturbar” el horizonte.
Héctor Scarone tenia de capitán a José Nasazzi, Juan Alberto Schiaffino tenía de capitán a Obdulio Varela, Aníbal Ciocca o Atilio Garcia tenian de capitán a Ricardo Faccio, Juan Eduardo Hohberg tenia de capitán a Williams Martínez, Héctor “Ciengramos” Rodríguez tenia de capitán a Horacio Troche, Alberto Spencer tenia de capitán a Néstor “Tito” Goncalvez, Luis Artime o Ildo Maneiro tenían de capitán a Ignacio “Peta” Ubiña, Fernando Morena tenia de capitán al Walter “Indio” Olivera, Waldemar Victorino tenia de capitán a Víctor Esparrago, “Tony” Pacheco tuvo al “Tano” Gutiérrez de capitán, Sebastian Abreu a Alejandro Lembo y hasta hace poco y con glorias deportivas cosechadas Luis Suarez, Edison Cavani y Diego Forlán tenia de capitán a Diego Lugano.
Estos son ejemplos donde el conductor-entrenador elegía al conductor-jugador con una lupa que siempre se guardó en un vestuario y se sacó a la hora de elegir sin salir nunca de esas 4 paredes.
Casi todos tenían una particularidad; “frecuentaban” muy poco los micrófonos, casi “parcos” y de fuerte personalidad, donde se asume “todo” el peso de la responsabilidad en momentos difíciles y guían con “mano certera” en los éxitos recogidos.
El “peso” de una negociación con la directiva generalmente por temas económicos son una de las cosas que “el plantel” vota a quien no solo sea un gran negociador sino que debe tener gran personalidad porque “queda en el medio” de 2 fuegos donde tiene que defender a sus compañeros sin salir herido; ya que ese es otro inconveniente del capitán que “pone la cara”. Porque es “un secreto a voces” que en este país donde lo democrático es el norte; en el futbol no siempre y sobre todo en estos temas se cumple con esta regla de democracia y paga caro quien es el abanderado de defender planteles sea JUGADOR O ENTRENADOR.
Más bien diría que muchos “quedan marcados” aunque TODO el espectro sepa, nadie o en su mayoría repara en el detalle de que el capitán es “la voz” de los demás o un entrenador es el “escudo”.
A diferencia de cómo llevaron adelante sus tareas de capitanes los antes mencionados, hoy se busca un símil de un “Reality”, al contrario de lo “intimo” de la elección meditada “dentro de la cocina”, siempre y cuando “la encuesta” no invada la personalidad de ambos planteles o a sus conductores.
Una cosa es el mejor para el plantel, o lo mejor para el plantel, y otra lo popular para el plantel.
El orden de cómo elegir quien debería ser el jefe de pagina de un diario lo elige la dirección del diario, o los programas radiales sobre quiénes serán los conductores pasa por la elección de directores de la empresa, sin un llamado público a quien debería ser; porque no correspondería.
Al ser todos públicos, de un lado y otro, habría que tener el mismo mecanismo, pero en definitiva los responsables del nombramiento serán otros.
Solo esta es una visión con olor a “linimento”.
Dentro de lo democrático está muy bien que todos opinemos, porque eso es la libertad, así debe ser, como también saber que “otros” tienen derecho a la opinión de experiencias vividas y que se viven.