Instancia muy difícil para derribar una historia de 44 años
Rodrigo Muñoz, José María Giménez, Gastón Ramírez saludan a la tribuna, Sebastián Coates escucha música, en la cancha del Arena San Pablo.
Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (enviados especiales)
Rodrigo Muñoz, José María Giménez, Gastón Ramírez saludan a la tribuna, Sebastián Coates escucha música, en la cancha del Arena de San Pablo.
¡Cuánta incertidumbre! ¡Cómo palpita el corazón en esta anhelante espera matutina, aquí en la sala de prensa, mientras aguardamos el enfrentamiento de Uruguay ante Inglaterra!
La esperanza apunta para que los celestes alcancen la victoria. Borrar la mala impresión del debut es la consigna, dejándola atrás con una victoria resonante como sería vencer a los británicos.
En busca de concretar esa ilusión transformándola en maravillosa realidad, el técnico Oscar Tabárez busca un choque de efecto al realizar dos cambios obligados por las circunstancias y tres variantes de carácter técnico. La sustitución de Maximiliano Pereira y Diego Lugano con Martín Cáceres y José María Giménez, resultan atinadas y lógicas. Es más apuntan a mejorar el rendimiento defensivo, convertido en talón de Aquiles en el último tramo de las actuaciones de Uruguay. Cáceres retorna a la posición donde se movió en la temporada del fútbol italiano consagrándose campeón con la Juventud. En cambio, Giménez que no ha mantenido actividad en el Atlético de Madrid, exhibe la juventud para contrarrestar los efectos de su inactividad y un cierto acostumbramiento al juego de su compañero albirrojo, Diego Godín.
Alvaro Pereira y Cristian Rodríguez, titulares en Uruguay, impecablemente vestidos al entrar a la cancha en San Pablo.
Las variantes en la mitad del campo, con el ingreso de Álvaro González apuntan –como lo expresó el propio entrenador Tabárez- al intento de plasmar en realidad la idea de anular a Gerrard, el cerebro que organiza el juego de ataque de Inglaterra. Asimismo, la aparición de Nicolás Lodeiro, con quién Tabárez venía trabajando insistentemente desde los primeros entrenamientos en “Sete Lagoas” insinúan la necesidad de que el sanducero se vista con el traje de armador, para llevarse juego a la dupla de ataque con Cavani y Suárez.
Antes del comienzo unas reflexiones sobre el Bombardero salteño. Como lo expresamos en la nota “colgada” como tapa del portal desde las once de la mañana, su presencia demuestra el gran amor que tiene por la celeste. Es un partido donde casi todo está en su contra. Volver a la actividad en estas circunstancias, en un partido de vida o muerte, donde se necesita dejar todo en la cancha, luego de más de un mes de inactividad, demuestra el gran amor que tiene Luis por la celeste. De pronto, el destino reserva para él un momento de gloria que, deseamos, ojalá se concrete.
¿Uruguay puede ganar y dar el “batacazo” que necesita para que vuelva el alma al cuerpo? Es difícil, aunque todo puede ocurrir en el fútbol. Será necesario que el conjunto cambie radicalmente la actitud exhibida en Fortaleza. Ayudará el clima. El frío y la tarde gris de San Pablo, permitirán un mayor despliegue físico, así como una disposición mayor de aire, para mantener la concentración en el campo de juego. Será imprescindible, para soñar con algo diferente a lo de Fortaleza, que el equipo aparezca enchufado desde el comienzo, dejando la vida en cada pelota.
De todas formas, la historia golpea la puerta y nos arroja a la cara un dato de la realidad que asusta. ¡La última victoria de Uruguay ante un país de Europa en la Copa del Mundo, se remonta a México’70! Hace 44 años que no se puede ganar. Justamente, el fútbol uruguayo se caracteriza en momentos extremos y al límite como el de hoy, en generar esas actuaciones que derrumban marcas y construyen hazañas. ¡Ojalá en esta ocasión ésta sea una de ellas!
