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2 ROSTROS; UNA IMAGEN DE PAÍS





7 julio, 2018
Columnistas

Ariel Longo. Colummista.

Alemania a pesar del fracaso en el mundial, ratifico a Low como su entrenador de futuro.

Primero una aclaración de concepto.

Lo de Alemania ha sido un fracaso; y es muy simple; porque Alemania es candidato siempre. Ha sido campeón del mundo, varias veces, en historias recientes y pasadas.

Si tomáramos  como ejemplo contrario; Colombia, Holanda o Portugal no pueden  ser fracaso en un mundial, porque nunca ganaron.

Esto viene a colación  porque a veces el concepto de fracaso, viene unido a derrota, y creo que no es así.

Fracasa quién  ha ganado.

Pero volviendo al tema de Low; la selección 4 veces campeona del mundo, ante el fracaso deportivo de su selección, evaluó y concluyó que debe seguir con su entrenador.

Claro que es un tema cultural.

Esa misma Alemania que 2 veces se tuvo que levantar de las cenizas, luego de ser derrotada en 2 guerras mundiales y sobre todo de la segunda, donde quedó dividida y familias separadas; para luego de muchos años volverse a unificar.

Donde el milagro de que a 9 años de ser destrozada por las bombas (1945) y atacada por las pestes producida por la guerra, se corona campeona del mundo en 1954, dando un ejemplo al mundo de superación, esa Alemania continúa su ruta, sin mirar para los costados.

Puede caber un tema  de conceptos, que puede llegar a confundir.

Desde esa recomposición de todo en los magiares, siguen una línea donde no se apartan, y en esa mitad de siglo pasado y principios de esta, les dio 4 títulos mundiales, a diferencia de nosotros que lo hicimos en la primera mitad del siglo anterior.

Recomponer lo nuestro es diferente, que también puede dar lugar a confusiones.

Si nuestro máximos representantes clubistas, salen 2° en un torneo a sus seguidores no les gusta, ni mucho menos.

Si nuestra selección alcanza un  lugar de privilegio en el contexto internacional, primero llega la desazón de no haber concretado, pero luego viene la reacción de donde se estuvo; a “un par de pasos”; y eso en una recomposición de lo que éramos, para volver a ser.

Y aquí puede caber lugar a confusión.

Una cosa es la alegría porque se dejó todo en el campo de juego, a pesar de perder,  y otra es el festejo.

Nuestra cultura futbolística y la nuestra como país es el de la rebeldía por no conseguir objetivos, porque siempre estamos en desventaja con respecto a los demás, en el campo que sea, político, social, científico, artístico, deportivo. Eso nos lleva a la superación, y no al conformismo.

Nuestro camino siempre tendrá piedras, pero nuestro orgullo es de que manera luchamos por nuestra celeste.

En mi adolescencia  acompañando a mi padre “el negro” Julio Cesar Longo, los domingos de mañana escuchando discos y tomando algunos mates, el ponía sus cantores y canciones favoritas, que reflejaban lo que era él, un luchador empedernido de la vida, “buzón” a morir (hincha de Sud América, legado y sentimiento que recogí).

Las canciones siempre eran como un distintivo de su vida.

José María Giménez, simbolizando el sentimiento del plantel cuerpo técnico y al país entero.

Ahora recuerdo a Roberto Rodríguez  Luna, cantor uruguayo cantando canciones de “tierra adentro” y una de ellas decía tal cual, acompañándome su sentir para siempre…………………..”Que te hallen caído, pero hecho pedazos”; trasmitiendo el mensaje  de hacer por la victoria todo hasta lo último.

Dos rostros fueron impactantes en la trasmisión de TV, del partido; cuando en el segundo gol de Francia, se enfoca a un niño rubio llorando con la camiseta  uruguaya; donde surge nítidamente como sentimos el fútbol. ¿Cómo  sabe ese niño (de unos 4 o 5 años)  del dolor que trae el perder con Uruguay, a esa edad?

Y la otra es la imagen en pleno partido; llorando a José  María Giménez, simbolizando el sentimiento del plantel cuerpo técnico y al país entero.

Las realidades actuales y las diferencias sociales, económicas demográficas hacen que Uruguay se venga del campeonato del mundo; además de haber perdido con un candidato y muy buena seleccion; pero creo que del ostracismo hemos pasado a una participación  activa que da para decir todavía falta.

Pero se dio todo.